PERSONAS
El peso del derecho al agua
Cuando algo se convierte en parte de nuestro día a día, olvidamos la importancia que tiene y lo afortunados que somos de tenerlo. Este es el caso del agua, a la cual las personas que viven en zonas urbanas tienen acceso, pero muchos que habitan en zonas rurales tienen de forma limitada, o tienen que recorrer grandes distancias para conseguirla y no necesariamente de la mejor calidad.
Esto no solo ocurre en el Perú, sino también en otros países y continentes. Precisamente, hace unos días el Washington Post en un artículo titulado “African women are breaking their backs to get water for their families”, llamaba la atención sobre el caso de las mujeres que en África deben cargar pesados recipientes con agua y recorrer extensas distancias para poder llevar a cabo las actividades diarias más básicas como beber, cocinar y casi nunca para asearse y que sus familias también lo puedan hacer.
Si bien hay mayores canales de distribución, el problema latente en la África Subsahariana, es la falta de conexión directa a los hogares.
De acuerdo a un estudio publicado en el portal PLOS One y al cual se hace referencia en el artículo, esta actividad es designada principalmente a mujeres (13.5 millones) y, en menor proporción, a niños (3.5 millones. 62% niñas y 38% varones) en Nigeria, Etiopía, Camerún, Burundi, Sudáfrica, Liberia y Costa de Marfil. Solo un 3% de los hombres colaboran con la colecta de agua.
El cálculo que se hace es que las mujeres deben recorrer distancias similares a las de dos canchas de fútbol, ida y vuelta, cargando débiles contenedores de 18 litros cada uno aproximadamente para contar con agua en sus hogares. Lo que hasta ahora nadie había destacado es que esta actividad tiene grandes repercusiones en su salud, lo que incluye fatiga muscular, daño y degeneración en el aparato locomotor (músculos y huesos) y daño en el tejido blando (ligamentos, tendones y músculos). Además, impacta en el desarrollo cognitivo de los niños y niñas implicados. Los menores no rinden en la escuela debido al cansancio producto del esfuerzo físico que implica que apoyen en la recolección. Así mismo, las niñas dejan de estudiar y se convierten en madres más pronto.
El agua recolectada, por otro lado, no es destinada a la higiene. Como lo señala Jay Graham, quien formó parte de la investigación, debido a las dificultades para conseguir agua, lo poco que se obtiene no puede destinarse a la limpieza. Sin embargo, esto incrementa las posibilidades de infecciones y enfermedades.
La situación de la población subsahariana no difiere mucho de lo que viven las personas más pobres del Perú. Sin ir muy lejos, aquí en Lima (capital), las personas que viven en cerros no cuentan con agua potable, por lo que deben llegar hasta donde se encuentre el camión cisterna, pagar altos precios para llenar sus recipientes y luego emprender una marcha cuesta arriba corriendo el riesgo de caer.
Por eso, el agua debe algún día ser considerada un derecho fundamental.
Publicar un comentario