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¿Por qué dejan de trabajar las mujeres?
A menos que se posea una gran fortuna familiar, trabajar es la base para subsistir, especialmente en una sociedad donde el dinero mueve al mundo. Por ello las personas buscan instruirse a lo largo de su vida con el fin de obtener un titulo profesional que les permita laborar y ser bien remunerados. Sin embargo, en ocasiones, muchas personas se ven obligadas a abandonar sus empleos por razones que escapan de sus manos.
Según informa The New York Times en su artículo “Why women wuit working: it’s not for the reasons men do”, la diferencia es que la mayoría de las mujeres que dejan de trabajar lo hace para cuidar de alguno de los miembros de su familia. Asimismo, el creciente número de hombres desempleados estaría fuertemente vinculado con que cada vez más mujeres también abandonen sus empleos.
En Estados Unidos, al igual que en muchos otros lugares, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el número de mujeres que formaban parte de la fuerza laboral del país incrementó de manera sustancial, alcanzando su mayor pico en 1999 con un 77%. Pero llegado el año 2000, la curva empezó a caer, especialmente durante la recesión económica. Este fenómeno se encuentra fuertemente vinculado a lo ocurrido con la fuerza laboral masculina. El porcentaje de hombres trabajadores comenzó a decaer desde los años 60 y la situación se agravó aún más con el recorte de muchos puestos de trabajo en los sectores minero y de construcción. Actualmente, uno de cada 10 hombres en edad laboral se encuentran desempleados y tan solo el 73.7% de las mujeres ocupan un puesto de trabajo.
La relación entre estas dos situaciones se encuentra en la función protectora que se espera que la mujer cumpla en sus familias, especialmente con sus hijos y esposo. Cuando un hombre deja de trabajar debido a alguna discapacidad física o por causas legales, la mujer más próxima en su familia, ya sea su esposa, madre, hija o hermana, se ve en la obligación de tomar el rol protector y asistirlo. Difícilmente esto ocurre en el caso de los hombres, afirma Nicholas Eberstadt, economista del American Enterprise Institute.
Por otro lado, la baja valoración del trabajo femenino y de las capacidades laborales de la mujer se ve reflejada en las bajas remuneraciones que estas reciben. En comparación al sueldo promedio de un hombre, las mujeres pueden llegar a ganar mucho menos por cumplir las mismas funciones. Esto genera que muchas abandonen sus trabajos en busca de otro que remunere con justicia sus capacidades y conocimientos.
Sin duda aún queda un largo camino por recorrer en cuanto a la igualdad de género en el ámbito laboral, así como en muchas otras áreas. Es de suma importancia que los empleadores aprendan a valorar el trabajo de hombres y mujeres por igual. Así mismo, la sociedad debe educar a sus miembros para que ambos grupos cumplan labores de protección y cuidado para con sus familiares en la misma medida.
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