IDEAS
Cuando el cuerpo habla por nosotros
Se puede saber muchísimo de una persona analizando únicamente su postura cuando está de pie. En otras palabras, nuestro lenguaje no verbal (donde está incluido el corporal), puede a veces decir millones de cosas sin necesidad de que digamos una sola palabra. Está de más decir que afecta cómo nos ven los demás. Sin embargo, ¿es posible que afecte como nos vemos nosotros mismos?
Al parecer sí. Así lo dice Amy Cuddy en su charla “Your body language shapes who you are” en Ted. Para comenzar, nos explica que no somos tan diferentes al reino animal en cuestión de poses y lenguaje corporal. Cuando uno se siente poderoso, su cuerpo se abre. Estiramos los brazos, las piernas, levantamos el mentón, inflamos el pecho, entre otros. Y cuando nos sentimos inferiores o en peligro, cruzamos los brazos, nos agarramos el cuello, juntamos o cruzamos las piernas, entre otros. En otras palabras, poder es igual a expansión, y debilidad equivale a contracción.
Los seres humanos somos seres simbólicos, lo cual supone que vemos significado en los gestos y actitudes. Así, podemos ver que alguien agarrándose las manos sobre las piernas juntas es alguien inseguro. Sin embargo, parece ser que estas poses también tienen un efecto en nosotros mismos, es decir, sentarnos con las manos agarradas sobre nuestras piernas juntas nos hace sentirnos inseguros.
Para comprobar esto, un grupo de investigadores hizo un pequeño experimento. Este consistía en que los participantes escupieran en un tubo, sostuvieran una pose que los haga sentir poderosos y luego debían escupir de nuevo. Finalmente, hacían lo mismo pero con una pose contraria. El escupitajo era para observar sus niveles de testosterona (presente en gente segura) y cortisona (niveles de estrés). La apuesta era para ver como la pose afectaba su seguridad y confianza.
El resultado fue que aquellos que mantuvieron poses de poder por tan solo dos minutos vieron un aumento significativo en su testosterona y una disminución del estrógeno. Aquellos que sostuvieron una pose insegura presentaron los síntomas contrarios. Además, aquellos que habían sostenido una pose poderosa se veían más propensos a apostar que el resto.
Cuddy afirma que esto puede ser fundamental en distintos aspectos de nuestra vida como una entrevista de trabajo. La clave es fingir hasta cambiar y seguir haciéndolo hasta que el cambio sea permanente.
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