NÚMEROS
No más comida a la basura
Si bien la mayoría de las personas rechaza que la comida se desperdicie en cualquier circunstancia, cuando este desperdicio se estima y se valoriza, ese rechazo se convierte en indignación.
Y es que cada año se bota a la basura unos USD 940 millones de comida, mientras hay personas en el mundo que mueren de hambre, como mencionamos en una nota de esta portal titulada “¡Hay que salvar la comida!”
Precisamente, sobre el tema recientemente un artículo de The Guardian daba cuenta que la principal razón de este desperdicio mundial tiene que ver con la estética de la comida.
En los Estados Unidos la mitad de toda la comida producida se descarta porque no es lo suficientemente bonita. Hay miles de ejemplos que ilustran que esto es realmente así. Las uvas que no son perfectas, los zapallos que tienen manchas, las manzanas que tienen deformaciones, los melocotones que son muy pequeños, entre otros. Se calcula que los alimentos que se exhiben en los supermercados suele ser un porcentaje reducido de lo que realmente se cultivó y por eso no tiene imperfecciones.
Según el artículo, si se junta toda la comida desperdiciada en un año, esta podría llenar el 60% de Londres o el 100% de New York. Por ello, el gobierno del presidente Obama y las Naciones Unidas han decidido reducir esta cifra drástica de comida desperdiciada para el 2030.
Sin embargo, el problema podría ser más complejo de lo que parece.
En primer lugar, una de las soluciones más obvias sería quizás vender esa comida “imperfecta” a un precio reducido para hacerla más accesible a los más pobres. Sin embargo, según el artículo, diversas personas lo han intentado y han fallado, porque los pobres no están del todo dispuestos a comprar los alimentos que normalmente irían a la basura.
Una empresa llamada Foof Cowboy, que lidera una iniciativa que busca usar la comida que sería desechada para mejores fines, sugiere que el desperdicio es parte inherente de la economía de los alimentos. Esto significa que si se reduce el desperdicio de comida fresca en 50%, los supermercados pasarían de ganar 1.5% a ganar 0.7%., lo cual no solo es un cambio drástico sino es comercialmente inaceptable para sus ganancias.
¿Significa esto que el desperdicio es parte del sistema y hace que funcione?
Aun si la respuesta fuera positiva, lo que falta es el análisis de los que pierden en esta operación, que normalmente son los que menos tienen como es el caso de los productores que se quedan sin poder comercializar los alimentos que lucen menos atractivos a los ojos de los consumidores, y, los millones de personas que mueren de hambre todos los días en el mundo.
Solo por ellos, vale la pena explorar alternativas a tanto desperdicio de alimentos.
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