IDEAS
El estilo Trump
En las últimas semanas se han visto distintas noticias con un tema en común: el presidente estadounidense amenazando con aumentar los impuestos de compañías que decidan abrir fábricas en México en vez de Estados Unidos. Y hasta el momento, parece que su tono amenazante ha funcionado porque ya son más de una empresa las que han anunciado sus planes de inversión en los EE.UU.
Si bien se trata de una táctica poco usual, esta conseguiría que Trump cumpla una de sus promesas de campaña: la protección y creación de más empleos en EE.UU.. El problema con esta visión es que, si bien protege al trabajo, deja de lado al trabajador, afirma el artículo de The New York Times, titulado “Smart Approaches, Not Strong-Arm Tactics, to Jobs”, sobre el que se inspira esta nota.
Hasta el momento, las amenazas de Trump han tenido resultado asegurando trabajos en el corto plazo. Sin embargo, el problema con esta aproximación es que, dentro de unos años, los CEO de las empresas con las que el mandatario ha sostenido conversaciones podrían optar por construir una fábrica en otro lugar que no sea EE.UU. En otras palabras, gritar y amenazar funciona solo en el corto plazo, pero tan pronto como la otra parte encuentra un mejor ambiente para desarrollarse, preferirá migrar. Además, es posible que la forma de tratar a los líderes de empresas genere malas relaciones y diversas compañías vean al país como un mal lugar para trabajar.
Por otro lado, el comportamiento de Trump no deja de ser incosistente. Por un lado, durante su campaña –y hasta el momento- ha prometido proteger los trabajos estadounidenses y generar más empleos. Sin embargo, también desea desaparecer el Obamacare sin un plan de respaldo claro. Es decir, ayuda a que los trabajos se mantengan, pero perjudica a los trabajadores quitándoles su seguro, haciéndolos en el proceso, menos flexibles. Sin embargo, esto es lo contrario de lo que un trabajador promedio necesita.
En un mundo donde la tecnología avanza rápidamente y donde, quizás en unos años, los robots sean la principal fuerza de trabajo en las fábricas, las personas necesitan la mayor cantidad de habilidades y experiencias para sobrevivir en un entorno que los necesita cada vez en menor medida. Si en verdad se desea ayudarlos, se necesita mejorar la calidad de la educación y eliminar el enfoque unidisciplinario.
Ante esta situación, ¿es mejor proteger los puestos de trabajo o capacitar mejor a los trabajadores? Esta es una pregunta que la administración Trump y el resto de ciudadanos americanos debería hacerse, pues de su respuesta podría depender el futuro de su país.
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