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¿Cómo medir el dolor?
Entre los temas involucrados en la salud, el dolor es uno especialmente complicado. Esto no se debe a que la comunidad científica ignore cómo funciona ni cómo se origina, sino a que medirlo con exactitud es algo casi imposible hasta el momento.
Debido a esto, muchos médicos acuden a descripciones de lo que los pacientes sienten, para así aproximarse a lo que podrían estar padeciendo. El problema con este método es que el uso de sustantivos para describir ciertas cosas varía enormemente de una persona a otra, lo que hace de la cuantificación del dolor un tema sumamente debatido, afirma el artículo de The Guardian, titulado “Sickening, gruelling or frightful: how doctors measure pain”.
Existen ciertas herramientas para tratar de medir el dolor. Sin embargo, estas suelen coincidir en dos errores comunes: se basan en el uso de sustantivos para aproximarse a la sensación, o tratan de darle un valor numérico al dolor.
En el primer caso, se encuentran ejemplos como el cuestionario del dolor McGill, el cual fue desarrollado en la década de 1970 por dos doctores de la Universidad McGill de Montreal. Este cuestionario pide a los pacientes que clasifiquen su dolor en una de tres categorías: sensorial (con palabras como “caliente”, o sentir que el lugar “late”), afectivo (relacionado a términos como “agotador” o “espantoso”), y evaluativo (vinculado a experiencias como “molesto”, “fastidioso”, o “horrible”).
El problema con este primer caso es que hay ciertos sustantivos, como “espantoso” y “horrible”, que no presentan grandes diferencias entre sí. Sin embargo, el cuestionario sirve con una combinación de distintas palabras que el paciente elija, derivando en si el tratamiento para combatir el dolor funcionó o no. Sin embargo, esto no quita que sea una herramienta poco fiable, pero que sigue siendo utilizada hasta la fecha.
En el segundo caso, los doctores suelen pedirles a sus pacientes que califiquen su dolor del 1 al 10, siendo el número mayor el dolor más grande que se puedan imaginar. Se encuentra así un error común en ambos métodos: los dos se apoyan en la experiencia personal de sus pacientes. El umbral de dolor de las personas varía de unas a otras y no será el mismo para una mujer a dado a luz que para alguien que nunca se ha roto si quiera un hueso.
¿Cómo se puede aproximar las respuestas de ambos casos si es que no han experimentado el dolor del otro?
Algunos doctores tienden a recurrir a la imaginación del paciente, combinada con su experiencia. Es decir, usar un caso en el que el dolor haya sido mínimo y otro en el que haya sido máximo, y tratar de comparar ambas instancias. Sin embargo, el método sigue siendo sumamente subjetivo.
Afortunadamente, un gran número de doctores se han percatado de esto y se está empezando a invertir cada vez más en estudios sobre el dolor, tratando de desarrollar herramientas que permitan medirlo de mejor manera. Pero, hasta que llegue ese momento, solo queda seguir esforzándose por describir el dolor de la mejor forma posible.
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