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Los dispositivos wearable no les sirven a los médicos
Entre los dispositivos más populares de la tecnología wearable, tecnología de vestir o tecnología “ponible” según la Fundéu BBVA, se encuentran los activity trackers o fitness trackers, aparatos que por lo general toman la forma de pulseras inteligentes y que permiten monitorear indicadores relacionadas con la actividad física y la salud, tales como distancia de caminata o corrida, consumo de calorías e incluso el ritmo cardiaco y la calidad del sueño. Si no cuentas con uno de esos dispositivos pero tienes un smartphone o un smartwatch, no necesitas nada más, puesto que las principales plataformas móviles ofrecen aplicaciones con funciones similares.
Cuando una persona usa las funciones que ofrecen los fitness trackers o sus equivalentes en aplicaciones móviles, el dispositivo registra una gran cantidad de datos en tiempo real. Si, como usuario de esta tecnología, eres consciente de que tu dispositivo almacena información sobre tu salud y que cuenta con un registro cada vez mayor, podrías creer que tu médico estaría más que contento de recibir y procesar estos datos. Sin embargo, esto no es así: a tu médico no le interesa la data de tu fitness tracker, por lo menos hasta este momento.
Cada vez más pacientes llevan la información sobre su salud registrada por sus dispositivos a las citas con el médico, pero este no le encuentra uso. Según un artículo publicado en MIT Technology Review, los médicos e investigadores no se sienten impresionados aún por los fitness trackers, debido a que cuestionan la validez de las métricas recogidas y en general de la gran cantidad de información que levantan los dispositivos wearables. Los médicos se sienten sorprendidos cuando un paciente lleva una hoja de cálculo gigante con datos sobre su actividad física y su salud en general, pero no se sienten motivados a procesar esta información e interpretar tendencias en la misma.
Los médicos pueden conocer técnicas de análisis de datos para procesar la información generada por los fitness trackers, tal como el número de pasos que ha realizado el paciente, pero hay un problema adicional: se ha encontrado que estos datos no necesariamente son confiables. Se ha comparado datos registrados por dispositivos “ponibles” con estándares clínicos de múltiples estudios realizados en los últimos años, y se ha descubierto que muy pocos dispositivos en el mercado se desempeñan con la confiabilidad esperada de un dispositivo de grado médico. Por lo tanto, la medición de la presión sanguínea por parte de un fitness trackers no puede reemplazar a la del dispositivo que se usa en una clínica.
La tecnología de los wearables aún no llega al nivel de producir mediciones confiables para los médicos. Por el momento, su mayor mérito está en que incentiva la actividad por parte del usuario, por lo que se les cataloga como un producto enfocado en el bienestar más que en la salud. Sin embargo, el desarrollo de los wearables no se detiene. Cuando estos dispositivos dejen de ser podómetros glorificados y ofrezcan funciones específicas (como la medición del estrés a través de la piel) de forma confiable, la medicina y la ciencia les dará más uso.
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