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¿Cómo frenar la mutilación genital femenina?
La agresión contra la mujer va más allá de lo que se evidencia a diario en las noticias con casos de mujeres golpeadas o de empleadores que abusan de sus trabajadoras. El pensamiento machista en muchas sociedades, especialmente en África, fomenta una de las prácticas más terribles, denigrantes y peligrosas contra la mujer: la mutilación genital femenina.
Por muchos años, distintos organismos internacionales han buscado frenarla y crear consciencia acerca de los riesgos que implica. Sin embargo, continúa siendo una práctica ritual bastamente ejercida en casi 30 países. Un nuevo estudio sugiere que la falta de éxito de los intentos por erradicarla se debe al enfoque que los profesionales han empleado hasta el momento. El secreto estaría en generar lazos de amistad con las mujeres afectadas, afirma National Public Radio en su artículo titulado “Study: A new strategy to stop female genital mutilation”, sobre el cual se basa esta nota.
De acuerdo a data de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la UNICEF, más de 200 millones de mujeres y niñas vivas han sido víctimas de la “circuncisión femenina”. Esta práctica varía de un país a otro y entre grupos éticos. En términos generales implica el corte y/o extracción de ciertas partes externas de los genitales femeninos, como el clítoris, los labios vaginales o el cierre de la vulva. En la infibulación, como se conoce a este último procedimiento, solo se deja un pequeño espacio para permitir el pase de la orina y la menstruación. En caso la mujer se case y tenga hijos es necesaria otra intervención para abrir nuevamente la vulva.
Se trata de una de las prácticas más deplorables y denigrantes contra la mujer. Las comunidades que tienen entre sus costumbres la mutilación genital femenina afirman que solo de esta manera es posible preservar la pureza y la belleza de la mujer.
Las mujeres que son “circuncidadas” sufren infecciones constantes, problemas para orinar y menstruar, dolor crónico, cistitis y problemas durante el embarazo. Sin embargo, paradójicamente, tienen más probabilidades de criar niños sanos en comparación a aquellas que no son mutiladas, afirma un estudio realizado por investigadores de Bristol (Inglaterra). Esto se debe a que cuando una mujer es víctima de estas prácticas es más probable que logre casarse con un hombre de buena posición, lo cual permite más cuidados y beneficios para sus hijos. En cambio, las posibilidades de que una mujer no mutilada se case son realmente bajas, lo cual anula directamente sus posibilidades de ser madre.
De acuerdo a dicha investigación, la razón por la que los expertos no han logrado frenar esta práctica es que continúan empleando el enfoque equivocado. Por muchos años se ha tratado de poner énfasis en las consecuencias y los riesgos de la mutilación genital, pero no se han obtenido los resultados deseados. El nuevo estudio apunta a que la clave está en crear lazos de amistad con las mujeres afectadas para ganarse su confianza, en lugar de dar charlas y acercarse de forma externa. Lograr una aproximación más personal permitirá que el experto pueda generar consciencia sobre este problema de una manera más sutil y efectiva.
Se trata de un asunto sumamente delicado e importante que debe ser abordado con cuidado ya que la mutilación genital es parte de las prácticas rituales más antiguas e importantes para estas sociedades, pero no por ello menos denigrante para las mujeres.
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