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El sentimiento de culpa de G.W. Bush

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Los retratos de los guerreros que conforman su texto son el vivo retrato de la culta que el ex presidente carga sobre sus hombros.
06 de marzo de 2017
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Por qué es importante
La obra se compone de 98 pinturas, reproducidas a partir de fotografías, de 98 personas que el ex-presidente envió a la guerra de Iraq y Afganistán.

Existen distintos tipos de culpa. Esta se puede encontrar en cosas tan mínimas como sentir culpa por no haber cumplido con las tareas de la escuela, pasando por culpa de haber cometido alguna especie de crimen, culpa por sobrevivir un evento desastroso, o culpa por la desventura de otros. Además, existen una igual cantidad de ejemplos de cómo las personas tratan de lidiar con este profundo sentimiento.

Para muchos, ser presidente de uno de los países más poderosos del mundo, como los Estados Unidos, es la ocupación soñada. Se tiene, virtualmente, el poder de hacer lo que sea que uno desee. Sin embargo, como todo en la vida, no todo es positivo, y llega el momento de tomar decisiones complicadas. Una de estas es, por ejemplo, decidir enviar a personas a la guerra. En el caso de George W. Bush, parece que esta es una de las decisiones de las que más se arrepiente, y tiene una forma particular de lidiar con su culpa, afirma el artículo de The New Yorker, titulado “George W. Bush’s Painted Atonements”, sobre el que se inspira esta nota.

George W. Bush fue, para muchos, una persona que no estaba lista para ser presidente. El cargo siempre pareció estar más allá de sus capacidades, y, en muchos casos, parecía que muchas de sus acciones eran hechas para caerle bien a las personas, afirma Peter Schjeldahl, autor del artículo. Pero, el ex-presidente desapareció por un buen tiempo, luego del cual volvió al escenario público cargado de críticas contra Trump y para presentar su nuevo libro, “Retratos de Coraje: el Tributo de un Comandante en Jefe a los Guerreros de América” (“Portraits of Courage: A Commander in Chief’s Tribute to America’s Warriors”).

Es precisamente en este libro que el ex-presidente narra cómo ha lidiado con la culpa en los últimos años. La obra se compone de 98 pinturas, reproducidas a partir de fotografías, de 98 personas que el ex-presidente envió a la guerra de Iraq y Afganistán, y que, debido a esto, sufrieron graves daños físicos y emocionales.

Las obras siguen un mismo estilo: pinceladas gruesas que no muestran detalles, pero logran capturar la esencia y la emoción de lo que el presidente siente: culpa. El hecho de sentir que fue por su decisión que estos hombres y mujeres fueron enviados al peligro directo y resultaron dañados, fue lo que inspiró a Bush a empezar a pintar. El lanzamiento de su libro no es una forma más de ganarse el aprecio del público, pero sí una forma de reconciliarse con su consciencia.

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