HISTORIAS
Turistas vayan a casa
Todos coincidirán que una frase como la que titula esta nota sería difícil escucharla y menos aún verla escrita en un muro. Sin embargo, los vecinos de una pequeña ciudad europea que se siente desbordada por los turistas que llegan a visitarla no han encontrado mejor manera de expresar lo que están sintiendo que pidiéndoles a los turistas que vayan a sus casas. Precisamente, un reciente artículo publicado en Spiegel, titulado How Tourists Are Destroying the Places They Love, da cuenta del impacto que está teniendo la masificación del turismo en la vida de la población local de las ciudades europeas.
Y es que el incremento de líneas aéreas low cost, el surgimiento de hospedajes basados en esquemas de economía colaborativa como los que ofrece Airbnb o la propia globalización, han permitido el incremento del flujo de turismo no solo a nivel del mismo bloque europeo sino desde fuera de este.
Algunos hechos anecdóticos como querer conocer la librería donde Harry Potter compraba sus libros de magia en Portugal o pasear por los campos de lavanda en la Provenza francesa como lo hacía una actriz en la escena de una película reciente, pueden ser gatilladores de la fama de pequeñas ciudades para atraer turistas, pero también para generar problemas de infraestructura e impactar la calidad de vida de los ciudadanos de esas pequeñas localidades.
Cobra sentido el reclamo de los ciudadanos catalanes que señalan que no pueden encontrar vivienda de alquiler en Barcelona porque los habitantes tienen mayores incentivos de poner sus viviendas en Airbnb para ganar más dinero. Hace sentido también el reclamo de los ciudadanos por el impacto que tiene la presencia de los turistas en la limpieza de los canales de Amsterdam, o las largas colas que tienen que hacer los vecinos de Oporto para ingresar a la Librería Lello (Livraria Lello) en temporada alta, entre otras circunstancias que se presentan como consecuencia del flujo masivo de turistas a estas pequeñas localidades que incluso se ven tentadas a cobrar una suerte de peaje por ingresar.
En el Perú, estamos lejos de tener los niveles de turismo que podríamos llegar a recibir si pusiéramos todos nuestros recursos turísticos en valor, pero claramente ya nuestra infraestructura resulta insuficiente y nos pasa factura. Basta ver lo que ocurre en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, respecto del cual hasta ahora en los últimos tres gobiernos no se encuentra una solución para ampliar de una a dos pistas de aterrizaje. O también sería importante visitar Cusco para observar como ciertas partes de esa ciudad se vuelven imposibles de visitar para los vecinos en determinadas épocas del año.
Lo que Spiegel describe es algo que tenemos que saber que puede pasar si no somos capaces de preparar nuestro país para que los peruanos sigamos amando que los turistas nos visiten y que sigan amando venir a nuestro país.
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