HISTORIAS
El COVID-19 y la cadena de alimentos
En el mundo han existido otras pandemias, pero la que vivimos actualmente es diferente a las anteriores en diversos aspectos. Uno de estos es el funcionamiento de la cadena de alimentos, y es que inicialmente se registró un shock por el lado de la oferta, por la disminución de la fuerza laboral (como consecuencia de las medidas de confinamiento) y por las interrupciones logísticas (demoras en el transporte de productos y mayores tiempos de espera en puertos), pero también se está observando un shock en la demanda, como consecuencia, principalmente, de la disminución de ingresos de las personas, lo que implica una disminución de la capacidad adquisitiva.
Durante la conferencia de la FAO “El COVID-19 y su impacto sobre la agricultura y la alimentación en América Latina y el Caribe”, se mencionó la importancia de mantener viva la cadena de alimentos y de identificar los canales de transmisión que podrían poner en riesgo la misma, tanto por el lado de la demanda como de la oferta de alimentos. Entre estos canales están la desaceleración económica, los precios, el tipo de cambio, el nivel de ingresos y el comercio internacional.
En este sentido, la (FAO) plantea cinco medidas que los países podrían implementar: (i) Ampliar y mejorar la asistencia alimentaria de emergencia y los programas de protección social, lo cual ayudaría a que las poblaciones más vulnerables acaten la medida de confinamiento, (ii) Proteger la producción de alimentos de la agricultura familiar, minimizando el impacto del distanciamiento físico en la producción agrícola e impulsando el comercio electrónico de alimentos, (iii) Mantener viva la cadena de valor de los alimentos, minimizando las interrupciones logísticas sobre todo en los países exportadores, (iv) Abordar las políticas comerciales y fiscales para mantener en marcha el comercio mundial, creando un entorno favorable, y (v) Gestionar las consecuencias macroeconómicas, adoptando medidas para reducir el riesgo de una inflación alimentaria.
Todos los países deben garantizar el buen funcionamiento de sus sistemas alimentarios, y es que la agricultura y la salud tienen una relación recíproca, ya que, ante un sistema alimentario deficiente, puede incrementarse la desnutrición, haciendo más vulnerables a las personas de contraer el COVID-19.
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