El retroceso de América Latina

Hasta finales del año pasado, cuando no había señales de la pandemia, América Latina ya registraba un estancamiento traducido en solo un 0.1% de crecimiento. Con la crisis sanitaria de este año, Latinoamérica y El Caribe corren el riesgo de registrar un retroceso de casi dos décadas en sus principales indicadores de desarrollo, según señala el artículo publicado por (El País, 2020).

El virus ha llevado a desplomar el PBI latinoamericano entre un 7.2% (cifra proyectada por el Banco Mundial) y un 9.1% (cifra proyectada por Cepal) para este año. Por el lado social, hay un gran impacto y es que el número de personas bajo el umbral de pobreza se incrementará, pasando de 185 a 231 millones, lo que significa que 4 de cada 10 latinoamericanos se encontrarán bajo este umbral. En cuanto a la pobreza extrema, se pasará de 68 a 96 millones de personas, según las cifras de las Naciones Unidas.

El problema de la desigualdad era algo latente y con la pandemia se ha visibilizado más porque muchos proyectos para mitigar esta desigualdad se han quedado estancados. Además, la pérdida de empleos y de ingreso ha revertido todos los avances logrados para reducirla.

Ante este escenario, no es utópico hablar de la “década perdida” e incluso hay quienes señalan que más bien se trata de un retroceso de 15 años, tal como es el caso de Isabel Saint de Malo, consultora del PNUD. Por ello, es imprescindible tomar medidas pronto.

Según cifras de CEPAL, los países con mayor tasa de variación negativa del PBI en 2020 son Venezuela (-26%), Perú (-13%), Argentina (-10.5%), Brasil (-9.2%), Ecuador (-9%) y México (-9%). La recuperación de América Latina depende del empuje de sus tres motores: materias primas (productos de campo, energía y metales), servicios (incluido el turismo) y remesas (dinero enviado por emigrantes a sus familias).

No hay problema con el hecho de depender de los commodities, siempre y cuando no haya situaciones como las actuales que hagan desestabilizar sus ingresos. En cuanto a los servicios, es uno de los grandes perdedores de esta pandemia. Solo el tercer motor, el de las remesas, se ha mantenido en pie.

Esta crisis ha afectado mucho a latinoamericana, una región en la que la mitad de la población trabaja en la informalidad y que carece de seguridad social.