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El mercado del "sueño"

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El mercado de dispositivos para controlar la cantidad y calidad del sueño alcanzó los USD 12, 500 millones en 2020.
01 de marzo de 2022
Red star
Por qué es importante
Los dispositivos que han aparecido para atender la demanda de los insomnes no es infalible y eso explica la tasa de abandono de los mismos.

La cafeína, el excesivo uso de pantallas y el alcohol, además de la incertidumbre que ha generado la pandemia o la política, según el país de que se trate, está cobrando su factura con el sueño. Cada vez hay más personas que sufren de insomnio y en los países del primer mundo ya se habla de un déficit de sueño.
En los EEUU, más de la tercera parte de sus ciudadanos duerme menos de siete horas al día y este podría no ser un problema simple, sino que cada vez se relaciona más con el Alzheimer, la hipertensión y otras enfermedades, según da cuenta un reciente artículo titulado Slumber party, publicado en la revista The Economist.
Este problema ha generado el surgimiento de una oferta de dispositivos que permite controlar la cantidad y hasta cierto punto la calidad de sueño. Se trata de sensores, relojes, anillos que controlan el oxígeno y el ritmo cardiaco y hasta colchones con propiedades increíbles que ofrecen controlar cambios de temperatura, relajar a los usuarios a partir de ciertos sonidos y provocar el sueño, entre otras cosas. Se trata de un mercado de USD 12,500 millones en 2020 y se estima que en cinco años podría llegar a ser el triple.
Pero la tecnología para el sueño no es infalible y el uso excesivo de aplicaciones y dispositivos puede ser frustrante si no se consigue el resultado deseado. 
La buena noticia, según cuenta la nota de The Economist, es que ya hay estadística que se puede consultar sobre los resultados del uso de tecnología para el sueño y estos muestran una tasa importante de abandono de la tecnología del sueño. Por ello, las empresas que los producen están apuntando al desarrollo de aplicaciones que funcionan a partir de suscripciones con el fin de garantizar su sostenibilidad y mejorar la oferta de valor.
Los más escépticos de este tipo de soluciones creen que muchos de los dispositivos lanzados al mercado carecen de estudios clínicos controlados. Si los tuvieran serían tan valiosos que permitirían tomar decisiones sobre intervenciones clínicas mayores como las que existen para la apnea del sueño.