PERSONAS
El dinero y la felicidad
Un trabajo reciente de dos profesores universitarios, Matthew Kellingsworth de la Universidad de Pensilvania y Daniel Kahneman de Princenton en los EEUU, puso a prueba los resultados de un estudio anterior sobre la relación entre el dinero y el bienestar emocional. En 2010, Kahneman había observado que el bienestar, entre los estadounidenses, aumentaba con los ingresos hasta que alcanzaban los USD 70 mil anuales. Después, el efecto desaparecía. No obstante, Kellingsworth usando su aplicación creada para hacer seguimiento de la felicidad, llegó a la conclusión en 2021, que el dinero seguía incrementando la felicidad mucho más allá de los USD 70 mil, a diferencia de lo dicho por Kahneman.
Según un estupendo artículo publicado en el Diario El País de España y titulado, "Los pueblos indígenas pueden tener la clave sobre cómo ser feliz sin dinero", cuando ambos hicieron un estudio conjunto, observaron que para el 80% de personas, ganar más dinero no deja de tener beneficios emocionales nunca, pero existe un 20% para el que a partir de los USD 100 mil anuales, esas ganancias no significan nada.
La visión de Richard Easterlin, citado en el artículo, es algo distinta. Según él, el incremento de los ingresos no aumenta necesariamente el bienestar. El tiempo que se dedica a la familia o a cuidar la salud tiene un impacto más duradero que el dinero, que pierde su efecto como una droga a la que uno se habitúa.
Al respecto, la revista PNAS acaba de publicar un estudio que midió la satisfacción vital de personas en sociedades en los márgenes del mundo globalizado, donde los pobladores indígenas ganan entre 500 y 1000 euros per cápita al año, en contraste con los 40 mil de España o los 65 mil de Austria. No obstante, el nivel de satisfacción de estas poblaciones era de 8.1/10 entre los mapuches de Lonquimay en Chile, 8.2 en el caso de los guaraníes de Amambay y los 8 de los collas del Altiplano norte de Argentina. Más alto que la media de la Unión Europea que está en 7.2 o el 8 de Austria que es el país más feliz.
La explicación que hace Eric Galbraith de la Universidad Autónoma de Barcelona es que los resultados de estas comunidades tienen que ver con la comparación. En Occidente las sociedades monetizadas perciben el dinero como una forma de comparación con otros. Por eso buscan tener más dinero que los otros. En cambio, en estas poblaciones existe un fuerte sentido de comunidad, un vínculo estrecho con la naturaleza y la espiritualidad que pueden explicar parte de su bienestar.
Esto último significaría que deberíamos aspirar a recuperar esos aspectos en las sociedades occidentales.
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