HISTORIAS
Préstamos con "karma"
En Tailandia, cerca de la frontera con Cambodia, un monje budista, Phra Subin Paneeto, comenzó a dar microcréditos a sus vecinos a inicios de los años noventa. El destino del préstamo, que apenas eran algunos miles de baht, era generalmente hacer algunas reparaciones en el hogar, comprar nueva maquinaria y, en algunos casos, pagar deudas. Hoy, maneja créditos por US$60 millones.
¿De dónde sacó tanto dinero el monje? En realidad el dinero no es de él. La red de microfinanzas que ha construido hoy tiene 66 mil miembros, los cuales contribuyen mensualmente entre 30 centavos y US$15 (entre 10 baht y 500 baht).
¿Y cómo funciona? Cuando un miembro desea pedirse un préstamo, debe conseguirse entre 3 y 5 garantes que pertenezcan al mismo grupo y que, por lo general, son amigos, vecinos o familiares. Cuando los consigue puede recibir un préstamo que supere el valor de sus aportes, por el que paga una tasa de interés que fluctúa entre el 1% y 2% mensual. Esta tasa de interés va decreciendo mientras más parte del préstamo haya pagado. Hay quienes no pagan ningún interés.
Lo interesante es que el negocio no va mal. De hecho, la demanda es creciente y genera utilidades, la mitad de las cuales son distribuidas entre los miembros al final de cada año. La otra mitad se acumula en un fondo de la comunidad. La red financiera de Phra Subin no es una novedad en Tailandia donde casi el 90% de hogares tiene acceso al crédito. Sin embargo, su red sigue creciendo y su ejemplo ha servido para que en más de 40 de las 76 provincias del país, otros monges inicien proyectos de microfinanzas similares.
¿Por qué tanto éxito? En opinión de Phra Subin, la clave es que, a diferencia de los bancos que otorgan menores tasas de interés en función del historial crediticio o las garantías de las que uno pueda disponer, en el caso de su red microfinanciera, las personas pueden obtener hasta un crédito sin intereses si es que la comunidad evalúa que se comportan siguiendo los principios budistas básicos como trabajar duro, decir la verdad y evitar tomar sustancias tóxicas.
Para el mundo occidental, otorgar un préstamo sin interés es sinónimo de un mal negocio pues afecta las ganancias de la empresa financiera. Sin embargo, para Phra Subin, gracias a esta suerte de “presión social kármica”, la tasa de morosidad es prácticamente nula. Muchos expertos señalan que estas entidades financieras que son altamente dependientes de una persona no son sostenibles en el tiempo. No obstante, lo cierto es que las reglas de muchas de estas parecen ser percibidas como bastante cercanas por ciertos segmentos de la población. Quizás sea posible aprender algo de esta experiencia.
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