HISTORIAS
Las abogadas que decidieron dejar de tercerizar sus vidas
En un artículo bastante popular publicado en The Atlantic en 2012, Anne-Marie Slaughter, una ex alta funcionaria del Departamento de Estado de Estados Unidos señalaba, de forma muy resumida, que "las mujeres no podían tenerlo todo". Es decir, que debían elegir entre su carrera o su familia. Para Slaughter, las mujeres que habían conseguido ser buenas madres y al mismo tiempo excelentes profesionales, o eran super seres humanos, millonarias o profesionales independientes. Las demás mujeres exitosas, por lo general, eran mujeres solas para las que los hijos son una responsabilidad que no están dispuestas a asumir, pues constituirían un obstáculo para sus carreras.
Si bien muchas mujeres profesionales que trabajan en distintos sectores de la economía podrían estar de acuerdo con esta afirmación, un estudio de abogados en Estados Unidos está tratando de probar que Slaughter está equivocada y que si es posible compatibilizar una vida familiar plena con una carrera exitosa.
Y para ser francos, no pudieron haber elegido un sector más complicado pues quizás el mercado de los estudios de abogados, así como el de las finanzas, es uno de los más dominados por hombres y donde la mayoría de quienes laboran en él compite por quién dedica más horas de la semana al trabajo. Por ello, no es una casualidad que, en Estados Unidos, a pesar de que la proporción de mujeres que se gradúan de las escuelas de derecho es similar a la de los hombres, solo el 16.5% de los socios sean mujeres. Algo similar ocurre en el Perú, donde los estudios de abogados en su mayoría son liderados por socios hombres. ¿Por qué? Hay una razón que suelen repetir con frecuencia los socios de estudios de abogados con los que conversamos: la carga laboral es muy alta. Un socio debe facturar más de 2000 horas por año, lo cual es bastante difícil de hacer sin jornadas semanales de trabajo que fluctúen entre las 60 y 70 horas. En un escenario así, las mujeres que deciden ser socias se ven forzadas en la práctica a "tercerizar" sus vidas a su pareja o hacia personal de servicio doméstico.
La organización que se rebeló contra estas creencia es el estudio Gelller Law Group, un estudio de abogados liderado por 6 mujeres. La forma de trabajo del estudio es bastante distinta de la tradicional, pues otorgan una flexibilidad absoluta para que sus trabajadores atiendan asuntos de su familia y además para que trabajen desde casa. Por supuesto que, como contrapartida, exigen a sus trabajadores que cuando haya que cumplir con plazos apretados o cargas laborales superiores a las normales, lo hagan. Quienes trabajan en el estudio consideran este tipo de acuerdo bastante beneficioso para ellos.
Diversos analistas económicos señalan que, en gran medida, buena parte del impulso de productividad que requieren las economías en desarrollo, podría venir de una participación más activa de la mujer en el mercado de trabajo. Por ello, eliminar barreras que todavía impiden que mujeres bien preparadas ejerzan sus profesiones, es una excelente idea. Una primera barrera por eliminar podría ser precisamente la que Geller Law Group acaba de derribar: la de forzar a las mujeres a elegir entre su familia y su carrera.
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