NÚMEROS
La Alemania tolerante dice no al racismo
Una marcha contra el sexismo y el racismo en la estación del tren de Colonia en Alemania, ha puesto el ojo en la mira sobre los sentimientos encontrados que genera la inmigración en ese país.
Este gesto ha sido una respuesta a los presuntos ataques contra mujeres alemanas en Año Nuevo, los cuales aparentemente habrían sido ejecutados por jóvenes entre 18 y 35 años de aspecto árabe que estaban reunidos en las afueras de la estación. No obstante, algunas versiones de asistentes atribuyen los ataques sexuales a personas ebrias y, los heridos, al impacto por fuegos artificiales.
El ministro de Justicia Heiko Maas condenó el ataque aparentemente coordinado como una nueva dimensión de la delincuencia organizada a través de teléfonos y las redes sociales; y, la canciller Angela Merkel, invocó a identificar a los atacantes independientemente de su origen o procedencia.
La trascendencia del hecho, además de ser condenable porque incluso se habría producido una violación, es que abre un nuevo frente a los cuestionamientos de la capacidad real del país germano de recibir al millón de solicitantes de asilo que llegaron el año pasado.
El sector más tolerante afirma que aun cuando algunas personas inmigrantes estuvieran involucradas en el delito, no se puede poner bajo sospecha a todos los inmigrantes o culpar de estos a los aparentes orígenes musulmanes. La propia policía de Colonia está siendo muy cautelosa y ha señalado que no tienen sospechosos.
Además, anteriormente ya había denuncias de la ocurrencia de delitos menores alrededor de la estación de tren, pero nada que justifique establecerla como una zona de exclusión, sino únicamente incrementar las medidas de seguridad como cámaras de vigilancia.
¿Era parte de lo esperado?
Probablemente sí, y las autoridades tendrán que ser muy cuidadosas para no estigmatizar a los inmigrantes con la etiqueta de delincuentes y más bien manejar esos hechos como lo que son: delitos. Lo que no se va a poder evitar es que se use políticamente para cuestionar la política de la Canciller Merkel de recibir a refugiados y de ser acusada de atentar contra la estabilidad social del país.
Por ello, ya se están organizando debates sobre los vínculos entre inmigración y delincuencia, con el fin de demostrar que ha sido un error acogerlos.
Felizmente, la canciller Merkel, si bien ha admitido que la integración de los refugiados costará tiempo, fuerza y dinero, también ha señalado que el flujo de refugiados a Alemania es una oportunidad para el país y ha pedido que su país no se divida ni entre generaciones o clases, ni entre los que están aquí mucho tiempo y los que son nuevos.
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