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Experiencia o juventud en la dirección de empresas
Estudios demuestran que los procesos cognitivos declinan mientras mayor edad tenga una persona. Por ello, muchas empresas han empezado a usar políticas de jubilación forzosa (PMR por sus siglas en inglés) para identificar a los ejecutivos que han pasado su punto más alto, y por tanto se encuentren en declive.
Uno de esos casos es el de la empresa Standard & Poor que ha adoptado políticas para la jubilación forzada en función de la edad, según las cuales pasados los 65 años, automáticamente los ejecutivos pasan al retiro y si no lo hacen voluntariamente, la empresa puede obligarlos a hacerlo. Con esto se intenta lograr que las personas en puestos importantes y con edad avanzada eviten influir sobre el directorio de la empresa.
Adam Yore, un profesor del departamento de Finanzas de la Universidad de Missouri, Columbia de los Estados Unidos, no comparte la idea del inminente declive cognitivo por edad. En su estudio denominado Silverback CEOs: Age, experience, and firm value, ha descubierto que la experiencia es un factor positivo al momento de trabajar y esta, viene con la edad.
Yore analizó datos de 2 143 firmas y encontró que efectivamente la edad puede ser un factor negativo para la operatividad de la empresa. Sin embargo, la experiencia aportaba al valor de la empresa y a sus niveles de eficiencia, lo cual compensa en gran medida las pérdidas en el ritmo de la actividad asociadas con la edad.
El trabajo analizó si existía una relación entre el valor de la empresa, el rendimiento de precio de las acciones, la rentabilidad, la edad y la experiencia del director general. Después de controlar las covariables conocidas, variables omitidas y posible endogeneidad, los resultados implican que los CEOs que envejecen son perjudiciales para la empresa como valor aproximado por Tobin`s q.
Los datos sugieren que, por cada año de incremento de edad de los CEO, la firma pierde como 1.9% de su valor. Los retornos de un modelo multifactorial indican que las empresas con los CEOs menores de 40 superan a aquellas cuyos directores generales tienen de 70 años a más en hasta un 2,7% mensual. Sin embargo, el propio Yore advirtió que el tema no es blanco o negro porque no se puede usar un solo molde para todos, sino evaluar en qué puede aportar alguien con experiencia a la empresa, de lo contrario se podrían perder aportes importantes.
En conclusión, Yore cree que las políticas de jubilación forzada si bien parecen una solución, estarían haciendo que las empresas pierdan mucha gente buena. Quizás se podría evaluar a las personas pasados los 65 años para ver si es que la decisión correcta es jubilarlos o ver en qué pueden aportar consejo y experiencia.
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