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Margrethe Vestager

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El trabajo de Vestager está dando que hablar al enfrentarse a las firmas tecnológicas más importantes del mundo.
01 de febrero de 2016
Red star
Por qué es importante
Los observadores se refieren a ella como alguien que tiene una personalidad difícil incluso para los estándares europeos y un enfoque inusualmente moral.

La semana pasada, con una diferencia de un día, dos medios importantes del mundo, Financial Times y The Guardian, dedicaron sus páginas a Margrethe Vestager, la jefa de la Comisión de Competencia de la Unión Europea.

Y es que su trabajo está dando que hablar porque se está enfrentando a grandes empresas y a las firmas tecnológicas más importantes del mundo; y, ahora al gobierno británico por el acuerdo que habría llegado con Google para el pago de impuestos de una década.

¿Quién es Vestager?

Es una economista danesa de 47 años, cuya experiencia política empezó muy joven a los 29 años, cuando llegó a ser ministra de Educación y los Asuntos Eclesiásticos, ministra de Economía y, más tarde vice primer ministro de Dinamarca durante el gobierno de centro izquierda de Helle Thorning-Schmidt. Ocupa el cargo de Comisaria de la Competencia desde 2014.

¿Cómo es?

Se trata de una de esas políticas con temple que no le tiembla la mano para hacer las reformas que se tienen que hacer, que las hace con ingenio y siempre buscando dar la sorpresa. Durante su gestión como ministra de Economía, le tocó reducir las prestaciones por desempleo y jubilación anticipada y fue catalogada como de acero, insensible, sangre fría y distante. Eso le hizo merecedora de un regalo de los sindicatos, que consistía en una mano de cerámica con un dedo medio levantado que ella guarda con cuidado para hacerle recordar que sus políticas casi siempre disgustan a alguien.

Como es posible imaginar, los empresarios han tratado de averiguar todo sobre ella antes de aproximarse con sus planteamientos y la conclusión sobre ella que tienen los observadores contratados es que tiene una personalidad difícil incluso para los estándares europeos, un enfoque inusualmente moral, quizá inspirado en su formación eclesiástica y que usa a menudo el término justo cuando se refiere a los casos más complejos que tiene en sus manos.

Ahora mismo tiene entre manos casos particularmente complejos.

Apple, cuestionada por elusión fiscal, al usar Irlanda como domicilio fiscal para pagar menos impuestos en los países europeos. Dicen que los intentos de Tim Cook, CEO de Apple, de hacerla entrar en razón , fueron en vano.

Google, acusado de abuso de posición de dominio por utilizar su dominio como un motor de búsqueda para privilegiar su servicio de compras en línea respecto a sus rivales, caso sobre el cual aun no ha definido si buscará un acuerdo o multará. Además, está estudiando el controvertido acuerdo de la empresa con el Reino Unido sobre el pago de impuestos de una década.

Gazprom, el monopolio ruso de exportación de gas, que es cuestionado por establecer tarifas desleales con los mercados de al menos ocho países europeos. También está pendiente de decidirse si se irá por un acuerdo o una multa.

Ha impuesto multas de varios millones a un cártel de fabricantes de piezas de automóviles japonesas, entre otros.