HISTORIAS
La gestión de la ira cuando los hijos pierden un juego
Una de las tareas que los padres suelen asumir en la crianza de los hijos es acompañarlos a sus prácticas de deportes, y cada vez más está ocurriendo que los padres se dejan llevar por la emoción de los partidos y terminan discutiendo con otros padres por identificar al niño que falló; o, peor aun, se muestran decepcionados con sus hijos por los resultados obtenidos.
En esas circunstancias lo que está sucediendo es que los padres se olvidan de por qué y para qué están en la cancha. Para empezar, sus hijos no se juegan la vida en un partido y menos su futuro, con lo cual hay que asumir que pueden perder o ganar, es solo un juego más de otros tantos que vendrán. Pero sí, hay algo importante que sus hijos pueden aprender y tiene que ver con saber perder. Ganar es sencillo, se siente bien y todos están felices, pero perder es difícil y por eso saber manejar situaciones de fracaso es fundamental, pero no solo para los hijos sino más que nada para los padres, porque es el rostro del padre o la madre el que un hijo mira cuando acaba un partido. No se imagina cómo puede marcar la vida de sus hijos ver aprobación o desaprobación en el rostro de sus padres.
Recientemente, se conoció la noticia de un suceso entre dos padres en Canarias, España, donde la policía detuvo a los dos porque se agredieron durante un partido que disputaban sus hijos. Más allá de lo anecdótico que resulte conocer que existen ocasiones en que los padres pueden llegar a perder tanto el control, lo importante es lo que se puede aprender de este incidente:
- Hay que controlar las emociones y asumir una actitud positiva frente a los hijos.
- Es importante mostrarles cómo se controlan determinadas situaciones y se reacciona frente al error o se reconoce el esfuerzo y no solo el resultado.
- Los deportes generan vínculos padres-hijos que se deben aprovechar.
- Nunca deben mostrarse decepcionados por un resultado, porque para ellos sus padres son las personas más importantes.
- Tan importante como la reacción frente al hecho, es la secuela en casa. No se trata de ser asertivos frente a los demás y luego mostrarse decepcionados en casa. Los hijos tienen que ver consecuencia en los actos de los padres.
Todo esto parece sencillo y fácil de hacer, pero la verdad es que no es así. Es difícil internalizar que los hijos van a fallar o tropezar muchas veces a lo largo de sus vidas y es fundamental la forma en que los padres les enseñan a enfrentarse al fracaso en situaciones tan simples como un partido de futbol, baloncesto o vóley.
Hay que dejarlos hacer, que fallen pero con la satisfacción de haberse atrevido, y que se diviertan mientras intentan aprender a hacer algo nuevo. Luego, se puede conversar con ellos sobre lo que resultó mal para que la siguiente vez salga mejor, pero hay que dejarlos que fallen.
Pero como los nervios siempre pueden traicionar al más controlado de los padres, hay algunas cosas que se pueden hacer: dejar la cancha cuando la situación se ha puesto tensa, buscar un lugar alejado para que nadie pueda escucharlo, ajustar las expectativas sobre ganar o perder, y, no olvidar que su hijo es el que importa y no el resultado del partido.
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