PERSONAS
El efecto de la política del hijo único en China
En los países donde el Estado lo controla todo, los políticos llegan a definir cuántos hijos pueden tener en una familia. Así lo decidió China cuando en 1979 para lidiar con el crecimiento desmedido de su población estableció la política del hijo único y prohibió a las parejas que tuvieran más de un hijo o hija.
Hace ya más de dos años, en enero de 2016, el gobierno chino modificó esta política debido al envejecimiento de su población. Esto significa que en adelante las parejas incrementarán a dos los hijos que pueden tener, lo cual fue interpretado por los analistas como una decisión que iba en la dirección correcta.
Sin embargo, un reciente estudio de dos investigadores de la Universidad de British Columbia de Canadá y Renmin University de China en Beijing se ha establecido que dicha política podría estar teniendo efectos negativos en la vida de las mujeres que estarían en situación de ser madres por segunda vez, debido a que muchas de ellas ya se han educado y desarrollado profesionalmente, según destaca un interesante artículo de IbTimes titulado Gender Inequality In China Could Be Worsened By Two Child Policy.
Una política del estado que promueve que las familias tengan un segundo hijo lo que hace es empoderar a los varones a ejercer presión sobre sus esposas para volver a la maternidad.
Los investigadores basaron sus conclusiones en una encuesta de fertilidad en familias chinas en 2016, con el fin de identificar las estructuras de poder con relación al tema al interior de las familias.
Además, el gobierno chino no ha establecido ningún beneficio a nivel de facilidades, subsidios, cuidado infantil u otros para las madres que tomen la decisión de ir por el segundo hijo.
Por ello, especialmente, en el ámbito urbano, las madres que siguen las recomendaciones del gobierno de ampliar la familia, se sujetan a las ganancias del marido por lo que la política termina por exacerbar el círculo de inequidad o desigualdad de la en China.
La mayoría de las mujeres no pueden rechazar la maternidad por segunda vez y se ven forzadas a postergar o abandonar su desarrollo personal y profesional para criar a su segundo hijo, sin contar con ningún apoyo del Estado para hacerlo.
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