IDEAS
¿Buenos profesores en educación rural?
En plena coyuntura electoral, uno de los temas en los que difícilmente hay desacuerdo es en el de la educación. Si bien puede haber matices en las propuestas, pero más o menos todos apuestan por incrementar presupuesto para pagar más a los maestros, promover la meritocracia, invertir en infraestructura y, de esa manera tener una mejor calidad de educación.
Lo que resulta menos claro, es si todo eso ayudará a reducir la brecha entre la educación urbana y rural. Probablemente, en los términos planteados, se podrá equiparar, la infraestructura, equipamiento y el perfil profesional de los docentes, pero no necesariamente se lograrán los resultados esperados porque se parte de realidades distintas.
Precisamente, eso es lo que plantea Laura Bornfreund en un artículo de Pacific Standard, denominado, Good Teachers Are Critical, but They Aren’t Enough, donde explica su experiencia en una escuela de primaria en La Florida, donde todos sus pergaminos y su esfuerzo personal fue insuficiente para lidiar con un salón de 28 alumnos de cuarto grado de primaria.
La escuela era para gente pobre, el 90% de niños provenían de familias hispanas, varios de ellos con problemas de violencia en el hogar, en el grupo había siete niños especiales, un niño con problemas de ira y violencia, tres niños que hablaban poco inglés, todos tenían capacidades heterogéneas de lectura y más aún de comprensión de lo que leían, entre otros.
Imaginen por un momento, un grupo de clase de multigrado de una escuela rural en las zonas alto andinas en el Perú, y, piensen por un momento, las dificultades que encuentra un maestro en ese contexto. Probablemente, sean de otra naturaleza, pero al igual que en el caso citado, requieren algo más que un maestro preparado para enseñar a grupos homogéneos.
Eso era lo que sintió Bornfreund, el primer año de los cuatro que enseñó en esa escuela. Ella necesitaba conocimientos de educación especial para enfrentar la mixtura de niños que tenía enfrente y esos conocimientos no los tenía, a pesar de todo el deseo y la intención que le pusiera.
Lo interesante de la experiencia de Bornfreund es que consiguió que algunos niños pasaran las pruebas del estado, pero ella personalmente sabía que su trabajo no era lo que necesitaban. De acuerdo, a su propia experiencia, su grupo necesitaba un maestro preparado para lidiar con las diferencias, y un sistema educativo que las entendiera, además, de directores que manejen distintas herramientas para ayudar a los docentes a atender diferentes necesidades y reducir el estrés que les genera sus propias situaciones de origen.
Su conclusión, fuerte, dolorasa y desafiante, es que el sistema educativo estadounidense no funciona para todos los niños. Algo parecido tenemos que decir sobre lo que ocurre en las escuelas rurales de nuestro país.
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