Logo oe

El origen del Alzheimer

Larger alze
Arrow red
El cerebro usaría una proteína cuya función era un misterio para que el virus, hongo o bacteria quede atrapado.
01 de junio de 2016
Red star
Por qué es importante
El sello que deja la proteína que se vuelve basura (placa) es el signo distintivo de la enfermedad que durante años ha sido estudiado como una suerte de basura en el cerebro.

Si has tenido algún pariente con Alzheimer sabes perfectamente lo difícil que es reconocerlos a medida que avanza la enfermedad porque esta es degenerativa y consume poco a poco su capacidad de diferenciar entre la realidad y lo que su cerebro le dice.

Dado que no existe una cura para la enfermedad, todo nuevo estudio que se aproxime a tratar de entender la enfermedad, genera mucho interés.

Precisamente, hace unos días, The New York Times publicó un artículo denominado  “Could Alzheimer’s Stem From Infections? It Makes Sense, Experts Say” que plantea que la enfermedad podría ser el resultado de la reacción del propio cerebro (residuos que deja) para combatir una infección. Por lo menos a esta conclusión habrían llegado unos investigadores de la Universidad de Harvard en un estudio denominado Gain-of-function mutations in protein kinase Cα (PKCα) may promote synaptic defects in Alzheimer’s disease.

Según, los investigadores del estudio esto explicaría el origen de lo que es conocido como la placa en los cerebros de las personas que manifiestan la enfermedad. Esto funcionaría como señala el artículo, al igual que una escena de ciencia ficción, en la que un virus, hongo o bacteria, penetra en el cerebro que pasa a través de membrana y genera una suerte de fugas con el paso del tiempo. A la luz de esto, el sistema de defensa del cerebro busca detener al invasor con una proteína normal del cerebro que hasta ahora tenía una función que era un misterio, denominada beta amiloide que opera como una tela de araña para que quede atrapado. El sello que deja la proteína que se vuelve basura (placa) es el signo distintivo de la enfermedad que durante años ha sido estudiado como una suerte de basura en el cerebro.

Los expertos externos han acogido muy bien esta aproximación al estudio de la enfermedad y reconocen que su confirmación tendría implicancias importantes en la prevención y tratamiento de la enfermedad. Sin embargo, también coinciden con los autores que hay que seguir investigando ya no solo en ratones, gusanos, moscas y tubos de ensayo sino en los propios cerebros humanos, porque hay que considerar los casos de las personas que desarrollan la enfermedad por un gen mutado, o los de quienes habiendo tenido una infección en el cerebro, no desarrollan Alzheimer.

Un desafío para el cual felizmente parece que habrá fondos suficientes con el fin de encontrar mayor evidencia sobre esta hipótesis.