PERSONAS
Leonardo Patterson: ¿el declive del huaquero moderno?
Leonardo Patterson, de 74 años, es un "huaquero moderno", vive en un departamento en Alemania, donde ha hecho una fortuna gracias a la venta de objetos de valor arqueológico e histórico, según cuenta el diario Spiegel en su artículo “Lucrative Loot: The Murky World of the Ancient Artifact Market”.
Si bien vive un poco a salto de mata, porque ni él, ni su abogado pueden decir la cantidad de veces que llegan agentes a su casa con permiso para registrarla. “En algún momento han llegado a creer que son viejos conocidos”, afirma el abogado. Su rutina suele ser la misma: llegan, saludan y se retiran con la evidencia que necesitan para iniciar procedimientos por custodiar distintos objetos arqueológicos de todo el mundo.
Y es que su negocio no es exactamente legal. Sin embargo, ha sobrevivido porque hay dos partes en este. En primer lugar, tiene que haber el hallazgo de un objeto valioso que teóricamente debería ser entregado al país del cual es originario. El asunto es que la mayoría de las veces este es un país pobre y tienen leyes que prohíben estos actos (pero no cuentan con el poder para hacerlas cumplir). En tercer lugar, hay países ricos que es donde viven los coleccionistas, dispuestos a pagar un precio más que considerable por un objeto que consideran de valor.
Patterson se hizo una carrera intermediando entre esas dos partes y se hizo famoso por ser alguien que ofrecía variedad en sus productos para los coleccionistas. Casi tenía cualquier cosa que quisieras. Gracias a esto, consiguió hacerse una larga lista de contactos. Desde políticos en Costa Rica, hasta el Papa Juan Pablo II. Era un hombre conectado y sus contactos eran tan o igualmente conectados que él.
En favor de los países de origen de las piezas que durante varias décadas Patterson ha comercializado, el gobierno alemán ha presentado un proyecto de ley que establece expresamente que es ilícito recibir artículos históricos de otros países, sin el consentimiento de estos.
Cuando todo parecía indicar que se acabó la carrera de los que como Patterson hicieron fortuna con piezas de las culturas de decenas de países que por distintas razones no fueron capaces de proteger sus recursos culturales de la voracidad de los coleccionistas de los países más desarrollados, muchos parlamentarios se han mostrado renuentes a su aprobación porque acabaría con el negocio de todos los Patterson.
Hay que hacer votos para que entidades como UNESCO se pronuncien a favor de esta medida.
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