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El presidente Obama y el feminismo
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama se declaró a sí mismo feminista en un artículo de autoría del propio mandatario para la revista Glamour. Obama fue criado por una madre soltera y trabajadora, y por su abuela, quienes le enseñaron a valorar a la mujer y a tratarla como igual. El presidente hizo un llamado a cambiar. “Tenemos que empezar a romper estas limitaciones”, acabar con las ideologías que castigan a la mujer por vivir su sexualidad, felicitan al hombre por hacerlo e incentivan el acoso sexual impune. Para él, hay que transformar los pensamientos que estigmatizan a la mujer fuerte y decidida, dejar de felicitar a los hombres por ser padres responsables y cambiar pañales porque ese es su deber, no un favor. Para el presidente de la primera potencia del mundo, “de eso se trata ser feminista en el siglo XXI: la idea de que cuando todos somos iguales, somos más libres”.
Y es que el feminismo ha inspirado la aparición y desarrollo de otras corrientes cuyo fin es la comprensión de la naturaleza de la desigualdad desde el enfoque de la política de género, las relaciones de poder y la sexualidad, así como los estudios de género que abarcan un análisis más amplio, incluyendo los derechos de los hombres, mujeres y las comunidades LGTBI.
A pesar del impacto que ha tenido el feminismo en la implantación de un desarrollo más inclusivo, en muchas sociedades, ser llamado feminista es un insulto para muchas personas. La National Public Radio (NPR) de Estados Unidos hizo un llamado para que su público comparta qué significa para ellos ser “feminista”, a través de comentarios o mensajes en Twitter y fotografías en Instagram con la etiqueta #FeminismInMyCountry. NPR publicó un artículo con los resultados de esa consulta titulado “Your thoughts: what does it mean to be a feminist in your country?”.
Los mensajes publicados correspondían a cinco mujeres de entre 32 y 49, provinientes de diversas partes del mundo: Zambia, Paraguay, India, Filipinas y Trinidad y Tobago. Para ellas, ser feminista significa luchar por los derechos de la mujer y la equidad de género, no establecer superioridad de uno sobre otro, sino reconocer la dignidad de ambos y desechar la idea de que poder es sinónimo de masculino.
En sus países de origen, sin embargo, el feminismo no es visto de esa forma por la mayoría de la sociedad. El arraigo del machismo fomenta la ostentación del poder masculino en detrimiento de la dignidad femenina. Sin embargo, esto no detuvo a estas mujeres. “Ser una chica no era una razón para fracasar”, dijo Jacqueline Musitwa, abogada de 34 años que escribió desde Zambia.
En Filipinas, la sociedad funciona de acuerdo al pensamiento machista, pero en casa se impone el matriarcado y con el tiempo los roles se han invertido. Ahora, las mujeres se han convertido en el sustento del hogar gracias a su trabajo fuera de este. “Eso es como un regreso a las raices matriarcales antes de la colonización española”, dijo Yana Gilbuena, chef filipina de 32 años.
Ranjitha Puskur, investigadora agrícola de India, escribió acerca de cómo en su país el machismo permite que los hombres sean seres casi intocables cuando comenten abuso sexual contra mujeres.
Para el machismo, las mujeres son inherentemente débiles e inferiores a los hombres. Bajo ese enfoque, la separación de roles por género señala que el ámbito público e intelectual está reservado para los hombres, mientras que las mujeres deben permanecer en casa y ocuparse de los deberes de esta.
Felizmente, hombres como el presidente Obama, están permitiendo extirpar este tipo de pensamientos, pero aún queda mucho por cambiar.
Por eso, el 13 de agosto #ni una menos.
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