IDEAS
Los estimulantes cognitivos y la educación
El gobierno de los Estados Unidos, preocupado por la calidad de la educación que reciben sus niños ha implementado a lo largo de los años, normas que exigen a los centros educativos estandarizar su enseñanza, de manera que todos los estudiantes sean preparados para la vida laboral y tengan las mismas posibilidades de generar ingresos. Si bien es cierto, esto parece lo más acertado, los efectos que tiene en la salud de los escolares no son necesariamente positivos.
La primera consecuencia es que las escuelas con los mejores rendimientos son recompensadas, mientras que aquellas cuyos resultados se encuentren por debajo de lo esperado, reciben sanciones.
Esto provoca que los colegios exijan a sus estudiantes mejores notas y busquen de cualquier forma mejorar su desempeño, incluso por encima de lo que ellos pueden procesar en los plazos establecidos. Esta mayor presión provoca que los niños y jóvenes que no alcanzan los rangos de desempeño que requiere, sean considerados como individuos con poca capacidad de concentración, e inducidos en muchos casos a tratarse de Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
Sin embargo, muchos de esos niños no tienen TDAH, solo se aburren de las largas y pesadas lecciones que reciben en la escuela y se distraen con otras cosas.
El problema es la cultura del hipercontrol sobre los estudiantes, quienes deben recurrir a estimulantes cognitivos (Adderall y Ritalin, marcas del principio activo methylphenidate que es un estimulante del cerebro) para cumplir con las exigencias.
En los últimos años, el número de niños y adolescente, especialmente aquellos de bajos recursos, diagnosticados con TDAH en los Estados Unidos se ha incrementado de manera importante. Esto es preocupante, no solo por la alta incidencia que implica sino también porque algunos expertos señalan que la excesiva cantidad de diagnósticos está relacionada con las iniciativas gubernamentales para elevar y estandarizar la calidad educativa en las escuelas, según da cuenta un artículo de Truthout titulado “The ADHD epidemic: Smart drugs and the control of bodies and minds”.
Por otro lado, existe un factor socioeconómico al que vale la pena prestarle atención. Los sectores menos favorecidos son los que presentan mayor incidencia de TDAH. Estos niños y adolescentes escolares no solo se deben enfrentar a las exigencias académicas, sino muy probablemente a ambientes de violencia constante en su entorno inmediato. Esto afecta su rendimiento escolar pues impide un pleno descanso y los mantiene en un estado psicológico que no es el óptimo. Un niño expuesto a tales presiones no podrá concentrarse y presentará demás conflictos conductuales, pero no necesariamente TDAH.
En nuestros países también se han incrementado los diagnósticos de TDAH, y muchas veces, los propios maestros sugieren a los padres buscar respuestas al desempeño de sus hijos en este tipo de diagnóstico, lo cual no tiene ningún sustento científico.
En lugar de eso, tendrían que concentrarse en preocuparse no por el avance en la currícula, sino por el verdadero aprendizaje de los niños.
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