IDEAS
EE.UU. y sus reformas educativas
Uno de los grandes problemas que tienen las políticas educativas en los países es que no hay continuidad. En la mayoría de los casos, cada cambio de gobierno supone un giro respecto a lo que el anterior gobierno hacía, con lo cual también un paso atrás en los esfuerzos para mejorar el nivel de aprendizaje de los estudiantes.
Los EE. UU. no han sido ajenos a esta práctica.
Tanto Bush como Obama, a pesar de pertenecer a partidos distintos, hicieron de la reforma educativa un punto clave de sus campañas y, posteriormente de sus mandatos presidenciales. Incluso lanzaron el acta Ningún Niño es Dejado Atrás (NCLB, por sus siglas en inglés), en la cual ambos tuvieron parte.
Al inicio, Bush estandarizó una serie de exámenes y pruebas con las cuales se evaluaba a todas las escuelas. Además, se castigaba a las instituciones a las que les iba mal en función de los resultados, creando así un ambiente competitivo entre las escuelas. Luego, el gobierno de Obama ofreció dinero a los estados a cambio de innovaciones en las escuelas dentro de sus territorios.
El gran problema con estas iniciativas es que ninguna ha logrado poner al país al nivel del resto de los países de la OECD.
Por ello, The Economist en su artículo “Little changes”, advierte que en estas elecciones los candidatos parece que se han percatado de las debilidades que se producen como consecuencia de estar cambiando las políticas a cada rato, y a diferencia de sus antecesores ninguno tiene planes de concentrarse en una nueva reforma educativa.
Sin embargo, ya está en vigencia la nueva acta, titulada Todos los Estudiantes Tienen Éxito (ESSA, por sus siglas en inglés), que devuelve el poder a los estados sobre los exámenes impuestos por Bush. Esto hace difícil que el próximo presidente controle a las escuelas. Sin embargo, esto no tiene porqué ser malo.
Mientras esto ocurre, Hillary Clinton está apostando en lo que pasa antes y después del colegio. Es decir, los años previos a Kindergarten, permitiendo que los padres cuiden de sus hijos; y en los años siguientes, es decir, cuando los alumnos estén en la universidad. Por otro lado, Trump ha dicho que está completamente en contra de la reforma educativa, afirmando que cortará el presupuesto (el cual suele ser desperdiciado), permitiendo que las personas tengan decisión sobre qué hacer respecto a la escuela.
Así que habrá que estar atentos a lo que finalmente deciden hacer.
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