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Etiopía: a las balas no se aprende
Etiopía, uno de los países más pobres del mundo, azotado por la miseria y la hambruna, ha logrado crecer considerablemente en los últimos años.
Hay todo un conjunto de factores que han permitido que Etiopía empiece a mostrar índices de crecimiento en diversas variables macroeconómicas (ingreso per cápita), aunque aún tenga altas tasas de pobreza.
El crecimiento ha tenido un promedio de 9.1% desde el 2000, muchas veces superando los 10 puntos. Además, el ingreso per cápita se elevó de USD 517 a USD 1,916, junto con los niveles de salud y de esperanza de vida.
La mala noticia es que conflictos sociales podrían interrumpir este proceso, por la forma en que el gobierno está enfrentando los problemas, según ha dado a conocer recientemente el Financial Times, en un artículo titulado “Ethiopia faces its Tiananmen Square moment”, donde advierte que ese país no está lejos de vivir lo mismo que ocurrió en China en la Plaza de Tiananmén en 1989.
El país ha estado gobernado por The Tigrayan People's Liberation Front (TPLF)el Frente Democrático-Revolucionario de la Gente Etiope que es uno de los tantos grupos sociales (castas) que cohabitan en Etiopía y son los que han llevado a que el país llegue a los niveles donde se encuentra hoy en día.
El problema es que el crecimiento no ha sido por igual y hay gente que siente que este no le llega por lo que han empezado a proliferar manifestaciones que el gobierno ha decidido enfrentar con balas, lo que ha dado lugar a que hayan fallecido más de 500 personas en lo que va del año. Precisamente, esto es lo que motiva que el artículo sugiere que existe una amenaza latente de que en algún momento ocurra una matanza similar a la de Tiananmén.
Ahora el gobierno ha declarado un estado de emergencia de seis meses que si bien reestablece la tranquilidad a partir del uso del poder, también exacerba a quienes reclaman a los gobernantes.
El caso de Etiopía ilustra bien lo que ocurre cuando el crecimiento favorece a unos pocos en desmedro de la mayoría. Los Tiagrayan en lugar de buscar la cohesión del país para poder avanzar a paso seguro por la senda del crecimiento, han decidido rechazar los reclamos con violencia. Por su parte, el pueblo que se siente dejado de lado busca presionar por donde le duele más al gobierno y toma las plazas y los centros de comercio para protestar.
Ojalá el gobierno etíope tome conciencia pronto del riesgo que significa usar violencia contra los reclamos sociales.
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