HISTORIAS
Cuando la moda no conoce barreras
Connor Cosgrove de 24 años es un joven que en verano de 2010 fue diagnosticado de leucemia aguda lifoblástica. En esa época jugaba futbol americano en la Universidad de Minesota, donde su padre era también parte del equipo técnico. Estaba tan entusiasmado con su formación para la primera temporada que no hizo caso a los sudores nocturnos, las fiebres y los síntomas de fatiga, hasta que no pudo terminar una práctica sin sentarse. Luego de las pruebas de sangre respectivas le diagnosticaron la enfermedad.
Inmediatamente tuvo que someterse a la quimioterapia y al día siguiente se le colocó un catéter puerto en el pecho. Tuvo que estar diez meses con quimioterapia intensa, luego pasó dos años y medio haciendo otro tratamiento de quimioterapia, seguido de tres años y medio de quimioterapia oral diaria. Ahora lleva un año y medio en remisión.
Para los que nunca han visto un catéter puerto, este es un tubo largo hueco que se pone debajo de la piel que se conecta a una vena grande en el pecho del paciente para usarlo como acceso rápido de las medicinas del tratamiento, en lugar de buscar una vena nueva cada vez. La ventaja de este sistema respecto a los catéter que se ponen debajo de la clavícula es que los pacientes pueden tener una vida activa, incluso hacer deportes. Sin embargo, los pacientes deben quitarse sus camisas o polos para acceder al puerto, lo cual puede terminar siendo doloroso e incómodo.
Eso frustró mucho a Connor quien pensó que debería existir una camiseta con una abertura que permitiera el acceso al puerto pero que se viera como una camisa normal que incluso pudiera usarse fuera del hospital.
Por ello, junto con su hermano, Clint, de 32 años, creó ComfPort Port-Ts, camisetas con bolsillos funcionales a través de los cuales los médicos pueden acceder al catéter de un paciente de cáncer y administrarle la quimioterapia. En abril de este año, a través de una campaña de Kickstarter, recaudó USD 38,329 para poner en marcha su negocio.
La tarea de diseñar la camiseta no ha sido sencilla porque tiene que tener una abertura lo suficientemente grande como para acceder al puerto y que se pueda maniobrar médicamente. Además, deben ser lo suficientemente simpáticas para que quienes están enfermos no tengan que renunciar a lucir lo mejor posible.
Para los profesionales del sector salud que han conocido la historia de Connor, lo que más ha llamado la atención es su disposición a seguir vinculado a su enfermedad, mientras está en remisión. Lo que señalan es que la mayoría de las veces las personas que han pasado por esta circunstancia de la vida, buscan olvidarse de que pasaron por esa situación.
En este caso Connor identificó una idea muy sencilla y creativa que si hubiera existido antes, le hubiera hecho más llevadera su propia enfermedad. De eso se trata su iniciativa que a él le ha devuelto la ilusión y a otras personas les permitirá que no tengan que sentir además del dolor y malestar del tratamiento, la molestia de la manipulación del catéter.
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