IDEAS
La cultura del vino
Para saber elegir un buen vino hay que tener cierta cultura o buscar la recomendación de alguien que sabe más que uno.
Sin embargo, esta última alternativa parece que no es la más adecuada porque según un reciente artículo de The Economist, titulado “The war on terroir”, en el Reino Unido, de 183 consumidores de vino, 70% afirman sentirse decepcionados con las recomendaciones de los mozos y expertos.
Para valorar en su real dimensión este resultado, hay que tener en cuenta que en ese país la cultura del vino está llena de un aire de misticismo mal interpretado.
Los “conocedores”, esto es, las personas que realmente saben de vinos, suelen referirse a este con términos “elevados”, pero que para el consumidor promedio resultan ridículos.
Así por ejemplo, piden vinos que tengan “notas de cereza” o “un sabor final a pino”.
Por su parte, los consumidores comunes de vino suelen referirse a la bebida con términos como “dulce”, “suave”, “fuerte”, y “amargo”.
Para tratar de compaginar esta diversidad de intereses, se ha inventado una máquina llamada Vinfusion (resultante de la combinación de vino y fusión en inglés) la cual permite combinar distintos vinos para obtener los sabores deseados por sus consumidores más comunes.
La máquina funciona de la siguiente manera: en una aplicación, el cliente puede seleccionar si lo desea “dulce” o “seco”; “fuerte” o “suave”, entre otras cosas. Una vez seleccionado cómo se desea exactamente, la máquina mezcla distintos tipos y botellas de vino para obtener el sabor deseado.
Si la combinación resulta exitosa, la máquina ayudará a que los clientes más comunes y numerosos de vino puedan encontrar sabores que naturalmente no existen en una sola botella, pero que prefieren.
Para quienes no están en ninguno de los dos grupos, y que tienen cierta cultura de vino, no parece muy buena idea combinar un merlot con un carmenere o un pinot noir porque todos ellos perderían su propia identidad.
Y es que sin ser un experto, el paladar puede acostumbrarse a reconocer cuándo está frente a un malbec. Lo demás es historia para expertos.
En cualquier caso, cada quien decide si se pone en manos de una máquina para poder disfrutar de un buen vino o se refugia en uvas y viñedos que le son más o menos familiares y que califican como unas buenas botellas que nos permitirán despertar al día siguiente con la cabeza en su sitio.
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