IDEAS
Shanghai: el precio de ser capital cultural
El arte siempre ha sido y es una forma de expresión de la sociedad. No obstante, lo cierto es que esta ha evolucionado desde que se le empezó a poner un precio. En antaño, el ser humano hacía arte para expresar lo que ocurría en su vida diaria y muchos artistas murieron pobres. Pero, ahora, con el creciente de interés de los coleccionistas, el mundo del arte se está volviendo un negocio muy atractivo.
Como consecuencia de esto, en muchos países, las ciudades luchan internamente por convertirse en capitales culturales, ya que esto significa atraer a una demanda internacional y hacer que la ciudad prospere. Sin embargo, en el caso de Shanghai, quizás este desarrollo acelerado ni siquiera le haga bien al arte, según afirma el artículo de The Economist, titulado “Shanghai is racing to become China’s cultural capital”, sobre el que se basa esta nota.
A diferencia de otros países, el arte contemporáneo en China no tiene muchos años de existencia. Sus primeras muestras se realizaron en 1979, en una exhibición no oficial armada por un grupo de artistas pequeños, la cual fue cancelada por el gobierno. Más adelante, en el año 2000, el arte seguía siendo restringida y sólo pocas y pequeñas galerías exhibían a los artistas.
Todo cambió en el año 2010, cuando se realizó la Expo de ese año en Shanghai, lo cual hizo que el Gobierno se motive a apoyar más el arte. En este momento surgió como eje del crecimiento cultural y artístico el llamado West Bund, un área industrial que fue redestinada para ser el centro del arte. A raíz de esto, el Gobierno Central anunció que abriría 3,500 museos nuevos en los siguientes 5 años, sólo para aumentar la cifra en el año 2012. Gracias a esto, la industria cultural entró a una etapa de bonanza.
En los siguientes años, abrieron museos de arte contemporáneo de gran renombre como el Long Museum y el Yuz Museum. Todo esto atrajo la atención de artistas y críticos de todas partes del mundo a participar de esta nueva faceta de la ciudad. Sin embargo, el proceso parece haber superado lo manejable.
El aumento vertiginoso del apoyo al arte ha generado que los precios de alquiler a museos suban, haciendo que muchos centros se muden de West Bund. Pero, muchos museos y centros pequeños no tienen los medios para hacerlo, por lo que solo les queda cerrar. Además, este cambio también está afectando a miles de pequeños negocios que durante años significaron un motor importante para la economía de la ciudad.
La ciudad se está transformando rápidamente y pareciera que dice “adáptate o desaparece”.
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