HISTORIAS
La monetización de la eutanasia
La definición de la eutanasia es incierta y puede variar de una persona a otra por factores sociales, políticos o religiosos. Pero, a grandes rasgos, se podría decir que se trata del acto por el cual se pone fin a la vida de una persona enferma, ya sea a pedido propio del paciente o de su familia. Sus orígenes se remontan a la Antigua Grecia, según algunos expertos, pero, sin importar cuántos siglos pasen, siempre será un tema controversial y delicado.
Entre los argumentos más sólidos para defender la eutanasia se encuentra el darle a una persona que está sufriendo la oportunidad de librarse del dolor que sufre, pues se considera inhumano impedirle el alivio. Sin embargo, tal parece que existen otras razones menos humanitarias para impulsar esta práctica. En Canadá, donde en junio del 2016 se aprobó la eutanasia, aparentemente existe un mayor interés por el dinero que por el bienestar del enfermo, señala National Review en su artículo titulado “Canada Illustrates Euthanasia”, sobre el cual nos basamos para esta nota.
Una persona que se encuentra en un estado de salud crítico, es decir, que su vida está comprometida, requiere de costosos tratamientos y cuidados para mantenerla con vida y estable. Si a esta misma se le aplica la eutanasia, esos gastos desaparecen. Esta es la premisa en la cual muchos se respaldaron para impulsar la legalización de dicha práctica.
Un nuevo estudio confirma que sí existe un “beneficio” económico detrás de la eutanasia. Anualmente se estaría registrando un ahorro total de USD 139 millones, según el reporte de University of Calgary. Estudiar la eutanasia desde un punto de vista económico es -sin duda- un enfoque frío y poco humanitario. En vista de ello, los autores de la investigación se han esforzando en señalar que no están tratando de incitar a las personas a que la practiquen solo para ahorrar dinero. “Ni los pacientes ni los médicos deberían considerar el aspecto económico al tomar la decisión personal de requerir u ofrecer esta intervención”, apuntan. Sin embargo, la publicación de su estudio ha tocado fibras delicadas en cientos de personas.
La legalización de la eutanasia en Canadá se ha convertido en motivo de preocupación para muchos, debido a que no se trata de una ley poco regulada, al igual que en otros países.
En primer lugar, la norma no solo aplica a pacientes con enfermedades terminales, sino también a aquellos con alguna discapacidad o enfermedad crónica para la cual la muerte natural es razonablemente previsible. Además, algunos expertos han propuesto que se incluya al Alzheimer y ciertas enfermedades mentales en el espectro de causas válidas.
En segundo lugar, existe un creciente número de casos de médicos que han aconsejado a pacientes a los que, en circunstancias normales no se les podría aplicar la eutanasia, que la requieran. Esto incluye a personas que atraviesan cuadros depresivos luego de haber sufrido un accidente o haber sido diagnosticados con una enfermedad grave. Estos pacientes pueden recibir tratamiento físico y psicológico para superar su condición. Sin embargo, sus médicos les dan la oportunidad de poner fin a su depresión a través de la eutanasia. Para esto se emiten reportes falsos indicando que a largo plazo el paciente podría morir producto de su situación actual. Esto no califica como eutanasia, sino más bien como suicidio. No obstante, la ley protege a los doctores, especificando que no pueden ser acusados de homicidio, ni siquiera si se encontrara que el paciente podía recuperarse.
Con estas acciones se está borrando el rasgo humanitario que muchos han impreso en el concepto de la eutanasia.
Publicar un comentario