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Los insectos modificados y las granjas orgánicas
Los insectos son unos de los seres vivos más repudiados. El hecho que sean parte esencial de la cadena alimenticia no hace más soportable sus cuerpos pequeños, llenos de patas y en algunas ocasiones con pelo. Encontrárselos de manera repentina en un lugar donde supuestamente no deberían estar, como en la comida o en la casa, suele fastidiar a las personas.
Sin embargo, una de las instancias en las que los insectos resultan más molestos es en la agricultura. Las pestes, conformados por millones de estos seres, son capaces de arruinar cosechas enteras. Es por esto que muchos agricultores no dudaron en recurrir a la ciencia cuando esta ofreció solucionar el problema, afirma el artículo de Science Daily, titulado “Genetically modified insects could disrupt international food trade”.
El problema con los insectos es su capacidad de reproducción rápida. Sin embargo, la ciencia parece tener la solución para esto: modificarlos genéticamente. El proceso comenzó hace 50 años, cuando se empezó a esterilizar a insectos exponiéndolos a radiación, consiguiendo controlar a ciertas especies de gusanos y moscas. Este proceso fue aceptado porque no iba en contra de la naturaleza, por así decirlo. Los insectos que eran expuestos a la radiación aún tenían la capacidad de reproducirse, pero sus crías no.
Esta técnica fue desarrollándose cada vez más en los últimos años. Actualmente, se utiliza especímenes modificados de los insectos, los cuales son capaces de reproducirse, al igual que sus crías. Sin embargo, el resultado de la reproducción sólo genera insectos machos. De esta forma se controla a las distintas especies. El problema con esto es que amenaza con afectar a una parte de la industria: la agricultura orgánica.
Previo a la aceptación de este nuevo proceso se debe tener algo en cuenta: los insectos nunca se quedan en un solo sitio, sino que se movilizan de zona de cultivo en zona de cultivo. Debido a esto, los mismos insectos modificados que le arreglan la vida a los agricultores más tradicionales, amenazan con arruinar el negocio de los agricultores orgánicos. Esto se debe a que las pautas para calificar como agricultor orgánico son sumamente estrictas y no permite la implementación de nada que no sea “orgánico” en el proceso agrícola.
El hecho de que no puedan controlar que los insectos modificados irrumpan en sus granjas hace que ellos, como agricultores naturales, incumplan con las reglas establecidas sin quererlo necesariamente. Además, también genera desconfianza en sus clientes, quienes esperan un producto tratado únicamente con procesos orgánicos y obtienen lo contrario.
Sin lugar a dudas, este caso va a tener que regularse para evitar problemas futuros y encontrar una forma de satisfacer a todas las partes involucradas.
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