PERSONAS
Wozniak también le teme a la inteligencia artificial
Hace unos días, Steve Wozniak, quien creó Apple junto con Steve Jobs, volvió a poner en agenda la discusión sobre los riesgos que podrían llegar a representar el avance de la inteligencia artificial y se preguntaba, en su exposición en el Freescale Technology Forum en Texas, si los seres humanos llegaríamos, con el paso del tiempo, a ser tratados por los robots como sus mascotas.
En marzo, en una entrevista en el Australian Financial Review, Wozniak, ya advertía que había que tener cuidado con el desarrollo de la inteligencia de los robots que podrían llegar a atacar al ser humano, aunque también especuló que si llegaran a ser tan listos entonces también sabrían que es necesario mantener la naturaleza y que los seres humanos son parte de esta. En la misma línea se ha pronunciado Elon Musk, CEO de Tesla Motors, quien ahora lidera una iniciativa que investiga precisamente sobre los riesgos de la Inteligencia Artificial para la vida humana.
El reciente incidente ocurrido en una planta de Volkswagen en Alemania donde un robot mató a un técnico aplastándolo contra una placa es una llamada nueva para discutir los riesgos de la expansión de la automatización y, sin duda, el impacto que tendrá sobre el empleo.
Wozniak no deja de tener razón cuando se plantea que si el desarrollo de la inteligencia sigue al ritmo alcanzado, los robots podrían llegar a ser más inteligentes que los seres humanos y la pregunta es quién los podrá controlar.
Si bien inmediatamente los expertos han dicho que lo ocurrido en la planta obedece más a un error humano que a un problema con los robots, lo cierto es que esto se ha producido en un contexto en el cual se discute el rol que están jugando los robots en la pérdida de los puestos de trabajo.
Por lo pronto, frente a todas las amenazas físicas lo que suele ocurrir es que los robots en las plantas de la mayoría de países desarrollados operan en jaulas de seguridad para evitar su contacto con seres humanos. Sin embargo, cuando se trata de robots colaborativos como los que se están usando en cafeterías, no tienen jaulas, pero son limitados en la fuerza con la que cuentan y con sensores que les advierten que tienen cerca a un ser humano.
Las tasas de mortalidad en la industria manufacturera no han crecido como consecuencia de la automatización, incluso en industrias como la del automóvil donde hay mayor cantidad de robots. Sin embargo, nadie sabe lo que puede suceder si se intensifica su utilización en nuevas áreas del proceso productivo.
Sea como sea, los 700 científicos especializados en áreas tecnológicas que suscribieron una carta abierta a principios de año, por lo menos merecen que sus alertas sobre los peligros de la inteligencia artificial que esté representada por un robot soldado, un auto autónomo, o, como ahora, cuando se trata de un robot ensamblador, sean por lo menos discutidas. Su planteamiento de una regulación tecnológica internacional al igual que la que existe para otros desarrollos que pueden resultar igual de amenazantes como sucede con la energía atómica debería formar parte de esta discusión.
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