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La búsqueda del lápiz que funcione en el espacio

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LOS LÁPICES TRADICIONALES NO SON UNA BUENA OPCIÓN PARA ESCRIBIR EN EL ESPACIO.
21 de agosto de 2015
Red star
Por qué es importante
La "sabiduría popular" no siempre es un buen aliado para encontrar soluciones a problemas científicos.

La Internet es una fuente de información que debe ser consultada y asimilada con una mirada crítica, tal y como vimos en el caso del mito del abejorro. Esta advertencia puede ser extendida a cualquier pieza de la “sabiduría popular” que nos lleve a tratar de improvisar una solución simple para un problema científico complejo.

El mito de la “solución soviética” es un ejemplo clásico de ello. Según narra la leyenda, en plena carrera espacial de la década de los sesenta entre Estados Unidos y la Unión Soviética, los programas espaciales de ambos países se enfrentaban a un mismo problema: los bolígrafos no funcionaban en gravedad cero. Como sabemos, el principio del funcionamiento de los bolígrafos está basado en la gravedad, de forma similar a los desodorantes en roll-on.

Los astronautas y los cosmonautas necesitaban una solución para poder tomar notas en el espacio (en la época no existían los gadgets como el iPhone, el cual ya ha viajado al espacio). La solución de la NASA fue un lapicero de tinta que podía escribir en gravedad cero, con la punta hacia arriba y sobre cualquier superficie. El desarrollo de este producto habría tomado muchos años y costado X millones de dólares (la cifra varía con cada versión) proveniente de los impuestos recaudados de los contribuyentes estadounidenses. De hecho, a mediados de la década de 1960, la NASA se vio envuelta en un escándalo debido a que se hizo pública la compra de 34 lápices mecánicos a la empresa Tycam Engineering Manufacturing, Inc., por un precio de USD 128.89 por unidad. Estos lápices, adquiridos para su uso por los astronautas, valían en realidad USD 1.75 (si bien estaban hechos de fibras especiales, se atribuyó el costo extra a unas modificaciones que les hicieron para usarlos con los trajes espaciales).

El punchline de esta leyenda es que, mientras la NASA gastaba, los soviéticos optaron por entregar lápices a sus cosmonautas. Este mito es parcialmente cierto pues según un artículo publicado en Scientific American, tanto los astronautas como los cosmonautas de Estados Unidos y Rusia, siempre usaron (o intentaron usar) lápices tradicionales en el espacio. Sin embargo, esta no era una buena opción al problema de escritura de los astronautas y cosmonautas. Los lápices tradicionales, tales como el 2B que usamos en la universidad, suelen estar hechos de madera, la cual es inflamable. Además, las puntas de los lápices se pueden romper, afectando tanto al personal como al equipo a bordo.

Finalmente, la NASA encontró una solución más económica en las manos de la empresa Fisher Pen Company, de Paul C. Fisher. Con su propio financiamiento (y sin la inversión de la NASA), Fisher desarrolló y patentó en 1965 un verdadero lapicero espacial, capaz de escribir con la punta hacia arriba, bajo temperaturas extremas (-50 a 400 °F) y bajo el agua u otros líquidos. A diferencia del bolígrafo tradicional, el lapicero de Fisher no dependía de la gravedad y la tinta también era especial. La NASA comenzó a usar los lapiceros de Fisher para el programa Apolo en 1967, y la Unión Soviética hizo lo mismo para el programa Soyuz unos meses después. Tanto la NASA como la agencia espacial soviética recibieron el mismo descuento por volumen, y pagaron USD 2.39 por lapicero.

Es decir, el desarrollo del lapicero espacial no fue un fracaso de la NASA y no le costó millones a los contribuyentes estadounidenses. De hecho, el lapicero espacial de Fisher puede ser adquirido en la actualidad desde su página web (aunque solo realizan entregas en Estados Unidos). ¿Te animarías a probarlo?