NÚMEROS
La depresión es más que una simple tristeza
La semana pasada se celebró el Día Mundial de la Salud, y la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha tenido a bien alertar sobre el incremento en un 18% de los casos de depresión entre 2005 y 2015, lo que ha llevado a que hoy en día existan más de 300g millones de personas en todo el mundo que sufren de esta enfermedad.
Margaret Chan, la directora general de la OMS, ha hecho un llamado a todos los países a prestar mayor atención a los problemas de salud mental que muchas veces son subestimados, lo que condiciona que existan muchas personas que sufren de estas enfermedades sin haber sido diagnosticadas, para no ser estigmatizadas. Esto impide que se les proporcione el tratamiento que necesitan.
Lo primero que hay que advertir es que la depresión no es solo una profunda tristeza sino una forma de tristeza crónica que puede llevar a la muerte, no por sí misma sino por los fuertes vínculos que tiene con otros trastornos, lo que aumenta el riesgo de problemas de consumo de sustancias, diabetes, enfermedades del corazón y el suicidio.
Se trata de una enfermedad que ataca a personas de todas las edades, sexo o condición social. Los principales síntomas son angustia mental que incapacita a las personas a realizar tareas cotidianas simples, lo que impacta las relaciones familiares y la capacidad de estas para ganarse la vida.
De acuerdo a las cifras de la OMS, afecta por igual a púberes y jóvenes, y a los adultos, aunque en la última década se han incrementado el número de niños desde 12 años que padecen de depresión, entre los cuales hay un mayor porcentaje de mujeres.
Para la OMS, lo primero que hay que hacer es superar los prejuicios y la discriminación que sufren las personas que la sufren. En segundo lugar hay que incrementar el presupuesto del que disponen los puestos de salud para tratar las enfermedades mentales, lo cual permitirá facilitar el acceso a la atención. Finalmente, hay que tratar de entender que la depresión y otras enfermedades de salud mental como la ansiedad, provocan pérdidas económicas que son asumidas por los hogares, los empleadores y los gobiernos.
Así que cuando observemos a un familiar que repentinamente muestra pérdida de energía, cambio de apetito, ansiedad, poca concentración, indecisión, inquietud, sentimientos de inutilidad, culpa o desesperanza, no dejemos que esa tristeza se vuelva persistente y busquemos atención para este.
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