Aire que mata

El asma es una enfermedad crónica caracterizada principalmente por ataques de falta de aire. La (OMS, 2017) indica que hay unos 235 millones de personas en el mundo con asma y que además es una de las principales enfermedades no transmisibles y que sin un tratamiento apropiado puede llevar a la muerte.

En todo el mundo hay cada año un promedio de 33 millones de ingresos a emergencias  de personas con asma, según el artículo de Daily Mail titulado “Air pollution is to blame for 'up to 33 million asthma-related A&E visits' around the world as fumes from cars and factories worsen the common lung condition”.

Esta cifra es una estimación del primer estudio global de asma, el cual fue liderado por la Universidad George Washington, en colaboración con la NASA, entre otras instituciones y publicado en la revista Environmental Health Perspectives, titulado “Estimates of the Global Burden of Ambient PM2.5, Ozone, and NO₂ on Asthma Incidence and Emergency Room Visits”. Según este mismo estudio, la causa principal de estos ingresos sería principalmente la contaminación del aire por el ozono (entre 8% y 20% del total de visitas al año podrían haber sido provocadas por el ozono), un contaminante generado por los automóviles, plantas de energía que interactúan con la luz solar.

Además, entre el 4% y 9% del total de visitas al departamento de emergencia están relacionadas con partículas de contaminación alojadas en los pulmones.

Como es previsible, el mayor impacto de este tipo de contaminación lo tienen países con mayor población y con pocas leyes que la controlan: India y China.

En Latinoamérica, Perú es el país con mayor incidencia de asma y esto se debe en gran parte porque Lima es la segunda ciudad con mayor contaminación atmosférica con un nivel seis veces superior a lo permitido por la OMS.

Estos resultados obligan a plantear la necesidad de que se diseñen políticas para frenar la contaminación ambiental, sobre todo la provocada por fuentes como lo son el ozono y otras partículas contaminantes.