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Discriminación en el campo

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En Estados Unidos, el 52% de mujeres agricultoras se perciben discriminadas en el campo.
01 de noviembre de 2018
Red star
Por qué es importante
El Banco Mundial advierte que el 50% de los agricultores en el mundo son mujeres.

Las mujeres han luchado por el respeto de sus derechos y por acabar con la discriminación en los diferentes sectores de la economía. Sin embargo, no siempre lo han conseguido. Según el artículo de la revista Politico, “How to break down discrimination barriers for women in agricultura”, al menos la mitad de las mujeres agricultoras sufren discriminación de género.

Esto ocurre tanto en países pobres como ricos. Por ejemplo, en Estados Unidos, un 52% tiene esta percepción, siendo este país una de las potencias mundiales, y, por otro lado, está India cuyo porcentaje asciende a 78% de mujeres que se autoperciben discriminadas en el campo.

Estos resultados son parte de la encuesta realizada por Corteva Agriscience (División de Agricultura de DowDuPont) durante los meses de agosto y septiembre de 2018, en la cual se entrevistaron a 4000 mujeres que trabajan en la agricultura en 17 países de ingresos altos, medios y bajos, incluidos Estados Unidos, India, Brasil, China, Alemania, Francia, Australia, Nigeria y Kenia.

Uno de los aspectos que ha visibilizado esta circunstancia es que los hombres migran a las ciudades en busca de nuevas oportunidades y las mujeres adoptan el papel de cabeza de familia, dedicándose a las actividades agrícolas.

Precisamente, un reciente informe del Banco Mundial, titulado “Women in Agriculture: The Agents of Change for the Global Food System” indica que las mujeres representan casi el 50% del total de agricultores en el mundo, por lo que es relevante realizar estudios para comprender el estilo de vida y las preocupaciones que tienen hoy en día las agricultoras, en la medida que son ellas la columna vertebral de la economía rural, especialmente en los países en desarrollo.

Los efectos de la discriminación de las mujeres en el campo se reflejan en la negación de la igualdad de oportunidades, un derecho limitado a tomar decisiones financieras, menores oportunidades de educación y los desafíos de equilibrar el trabajo agrícola con el cuidado familiar.

Esta evidencia obliga a un mayor compromiso de los países para empoderar a las mujeres en el campo y fortalecer sus capacidades como agentes clave del cambio.