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El rigor de la justicia y la apariencia física
En el siglo XIX, el médico y criminólogo italiano Césare Lumbroso, escribió libros donde sostenía que era posible reconocer a un delincuente por su anatomía física, conclusión a la que llegó después de realizar autopsias y análisis de delincuentes con vida, donde encontraba características físicas similares.
Su teoría, que fue cuestionada en su momento por carecer de un método científico que la respalde, lo llevó a concluir que en tanto los delincuentes habían nacido esclavos de esa herencia que los llevaba por el mal camino, solo quedaba meterlos presos de por vida o matarlos si era imposible corregirlos.
Ahora, un estudio denominado The Trustworthiness of an Inmate’s Face May Seal His Fate publicado en el Psychological Science de julio, da cuenta que los delincuentes con rostros menos confiables recibirían penas más severas.
El estudio se basa en experimentos realizados por los psicólogos John Wilson y Nicholas Rule, de la Universidad de Toronto, quienes pidieron a 208 voluntarios que evalúen las fotografías de 371 asesinos convictos varones en Florida que estaba en el corredor de la muerte y otros tantos que cumplían cadena perpetua. Los resultados revelaron que en una escala de 1 al 8, donde 1 es nada confiable y 8 es muy confiable, los presos del corredor de la muerte obtuvieron un promedio de 2.76 y los de cadena perpetua, 2.87.
Para hacer lo más objetiva la prueba, convirtieron las fotos a escala de grises para minimizar cualquier variación en las imágenes y los evaluadores no sabían que condena había recibido cada interno de las fotografías. Además, también evaluaron las fotos de los internos por edad y raza para que concordaran con quienes habían sido condenados por asesinato en primer grado, pero recibieron una sentencia de cadena perpetua en lugar de muerte.
Cuando ese mismo experimento se realizó con condenados por asesinato que luego fueron absueltos sobre la base de pruebas de ADN, los evaluadores fueron igual de duros con quienes según ellos tenían rostros menos confiables.
Esto significa que al menos en Florida, la cara puede definir el destino de las personas, al menos según este estudio, lo cual implicaría que entre los jurados pueden llegar a participar personas que piensan como Lumbroso y tienen un sesgo facial.
El problema de este hallazgo es que el sistema de justicia de los Estados Unidos se basa en que la justicia es ciega. Sin embargo, esta investigación revela que los jurados pueden no ser tan imparciales según los sesgos faciales que pueden tener, antes que en una reflexión cuidadosa y objetiva sobre la potencial culpabilidad de alguien.
Para los investigadores, existiría un cierto prejuicio que podría inducir a error en los jurados y se demostraría lo importante que son las apariencias en la orientación de la justicia aun cuando se trata de cuestiones de vida o muerte.
Precisamente, el valor de este estudio es que alerta a los ciudadanos que alguna vez tienen que asumir el rol de jurados a no dejarse llevar por información periférica como la apariencia facial para cumplir con su deber cívico.
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