Los tesoros arqueológicos del mar de América Latina

En una reunión de expertos en patrimonio cultural en Montevideo como parte del Programa Iberoamericano de Formación Técnica Especializada que se desarrolla esta semana en el Centro de Formación de la Cooperación Española, se acaba de afirmar que América Latina y el Caribe es una de las regiones que tienen más cantidad de barcos hundidos en sus mares y que esa riqueza y abundancia de patrimonio cultural es vulnerable respecto a la destrucción y malas prácticas de extracción de los caza tesoros que solo buscan materiales con valor comercial y no toman en cuenta la riqueza que puede tener un pedazo de vidrio o cerámica como fuente de información cultural.

Esta afirmación está respaldada por la historia que dio lugar al proceso de colonización que trajo consigo un tráfico naval intenso entre continentes. Específicamente se mencionaron zonas específicas como el Golfo de México y la región de Florida, en el sudeste de Estados Unidos, las Antillas menores, Haití, República Dominicana, la costa de Venezuela en el mar Caribe, el Río de la Plata, y los litorales de Brasil, Ecuador y Panamá. Al otro lado del continente, el representante español dijo que se calcula que en sus costas hay un pecio hundido cada 100 metros.

En este sentido, los expertos que ahora quieren crear una red que trabaje estrategias de conservación, coincidieron en que es importante que se dicten leyes para evitar que los caza tesoros afecten ese patrimonio histórico. Para ellos, si bien un trozo de una nave naufragada no tiene valor comercial, para la cultura de un país puede representar información importante que debe ser documentada.

Si bien existen algunos parámetros como que el requisito para que se considere patrimonio es que los restos tengan más de 100 años, lo cierto es que se presume que los galeones de guerra y mercantes que estarían sumergidos en estos mares superan esa antigüedad y podría tener cargas de cobre, bronce, cerámicas, artefactos bélicos y otros productos. Su valor podría impactar en el PBI de varios países.

La tarea de tratar estos recursos como yacimientos arqueológicos subacuáticos no es sencilla, porque la conservación de estos productos exige tener cierta técnica porque el patrimonio arqueológico subacuático es muy delicado y no es muy frecuente que quienes encuentran los restos sepan tratarlo y pueden dañarlo irreversiblemente.

Por ello, ya la Convención de la Unesco sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático recomienda que si no se tienen los recursos necesarios, lo mejor es no conservar el recurso in-situ.