Los startups de la política

En Perú, hablamos mucho de los outsiders. Sin embargo, tan pronto raspamos un poco la superficie de aquellos que se autodenominan así, lo que se suele encontrar es a políticos tradicionales o a operadores promovidos por el mismo pequeño grupo con gran influencia del país. 

Esta realidad es interesante pues es análoga a lo que ocurre en el mundo empresarial. Piensa, por ejemplo, qué startup peruana en algún sector económico ha conseguido desafiar a los líderes del mercado y arrebatarles su posición de privilegio.

La respuesta a por qué no es posible tener movimientos políticos con liderazgos e ideas nuevos es la misma a la pregunta de por qué tenemos que seguir amarrados a malos proveedores de bienes y servicios en industrias altamente concentradas. Se trata del mismo problema de diseño.

Para que esto cambie, en el caso de los partidos políticos, al igual que el de los mercados, nos interesa que existan mecanismos que aseguren la transparencia, la rendición de cuentas y la libre competencia. Sin embargo, la existencia de estos principios en el funcionamiento de los partidos políticos o de los mercados no cae del cielo ni es resultado de la autoregulación. El Estado tiene un gran rol crucial que jugar creando el marco legal e institucional para que esto se produzca. En este contexto, por ejemplo, el debate de las reformas electorales que se acaba de anunciar que se realizará en el Parlamento es una excelente noticia. La regulación de los mercados también puede contribuir en esta dirección.

Sin embargo, si bien las acciones del Estado son necesarias, no son suficientes. La población tiene un enorme papel que jugar en las reformas políticas. Es la población la que puede hacer que las startup de la política saquen del mercado a los políticos tradicionales que no han sabido retribuir adecuadamente la confianza de sus votantes. Lo mismo ocurre con los consumidores y las empresas.

¿Cómo lo puede hacer? 

El primer elemento clave es la participación activa. A lo largo del mundo, en los últimos años hemos visto el poder que tiene la población para expresarse y conseguir conquistas políticas valiosas en el corto plazo. 

El segundo elemento indispensable es la definición de lo que se quiere conseguir o cambiar. Este es precisamente el elemento del que más adolecen los startups políticos que están surgiendo alrededor del mundo así como de los movimientos de defensa del consumidor. Las manifestaciones multitudinarias expresan descontento pero no resuelven problemas y esto último es lo que necesita un país como el Perú. 

El tercer elemento es la promoción de múltiples liderazgos. Los movimientos populares, sea que promuevan cambios políticos o económicos, no requieren caudillos pero sí líderes. Y los líderes forman líderes, no impiden su crecimiento. Este es probablemente un elemento ausente tanto en la política como en los mercados del Perú, donde prevalecen las dinastías y surgen pocos nuevos actores.