El cajero automático prepara su jubilación

A inicios de los años sesenta, ya se había inventado el sistema de los ATM por el cual se podía retirar dinero insertando una tarjeta. El reto que quedaba pendiente era encontrar la forma en la que solo el propietario verdadero de la tarjeta pueda utilizarla. Este fue el encargo que recibió el ingeniero escocés James Goodfellow.

El resultado: el número PIN (personal identification number). El invento de Goodfellow, del que logró obtener la patente, fue tan exitoso que lo hizo merecedor a la Orden del Imperio Británico otorgada por la Reina Elizabeth II. 

Desde entonces, la industria de pagos fue evolucionando paulatinamente pero se seguía usando el PIN. Hasta que llegaron los teléfonos móviles y los relojes con los que ahora se pueden realizar los pagos simplemente con el movimiento de un dedo. Y del PIN, que en su momento fue el método más seguro de verificar la identidad de una persona, se ha evolucionado a las tarjetas por chip y al reconocimiento facial.

Como resultado de lo anterior, los cajeros automáticos están próximos a jubilarse. Sin embargo, la industria de pagos seguirá siendo rentable. Como muestra de ello, recientemente el productor estadounidense de cajeros automáticos, Diebold Inc., ha anunciado su intención de comprar a su rival, la empresa alemana Wincor Nixdorf A.G., por un monto cercano de los USD 2 mil millones. Ambas empresas son la segunda y tercera del mercado, respectivamente.

El objetivo de la transacción sería incrementar la inversión en desarrollo de software y herramientas tecnológicas que les permita afianzar su liderazgo en el mercado de pagos digitales, pues el mercado de ATM's cada vez crece menos mientras los precios se reducen más.

Lo más probable es que los cajeros automáticos comiencen a desaparecer paulatinamente en los próximos años. El primer paso en esta dirección será que la adopción de cajeros universales para evitar que cada banco o marca deba tener su red propia de cajeros, algo que resulta extremadamente costoso e ineficiente, tal como ocurre en el caso peruano.