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¿Ministros por elección popular?

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¿Cómo puede el Poder Legislativo hacer prevalecer legítimamente el balance de poderes cuando tiene una aprobación de 10%?
14 de mayo de 2015
Red star
Por qué es importante
El costo de una mala designación ministerial es muy alto tanto en términos económicos como políticos.

Luego de hacerse conocidos los innumerables casos de corrupción en Brasil, España, Chile, Corea del Sur, México y muchos otros más países del mundo donde se han ido sucediendo una renuncia tras otra de ministros que en su momento fueron elegidos por quien ganó una elección popular, ya hay quienes se preguntan qué debe hacerse cuando el capitán no sabe elegir a su equipo.

Casi como lo que sucede en el fútbol en el Perú, todos saben que si el nuevo Director Técnico de la Selección, Ricardo Gareca, no elige bien a los jugadores, no ganará partidos y tendrá que asumir el pasivo de su equivocación.

En una democracia, la división de poderes entre el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial y, en nuestro caso, el Electoral, deberían crear un balance adecuado para poner a prueba las elecciones del presidente. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando el Poder Legislativo tiene solo el 10% de confianza del pueblo de que hace un buen trabajo?

¿Qué pasa si los errores no solo los comete el ¨capitán del equipo¨, sino también el propio pueblo al elegir a 120 parlamentarios que ahora no tienen su confianza?

En un contexto así, tienen mucho sentido las propuestas  de reforma electoral orientadas a que los Partidos Políticos ejerzan mayores controles en la elección de sus listas al Congreso, que exista la obligación de presentar declaraciones juradas que registren los aportes económicos a sus campañas, que se planteen filtros para impedir que lleguen al Parlamento personas que tienen sentencias consentidas por delitos graves, entre otros.

Sin duda este tipo de medidas pueden ayudar a que el pueblo elija mejor y se incremente el nivel de confianza que le atribuye a los representantes de la patria.

¿Cómo hacer lo mismo con los ministros que elige el Presidente?

Puede ayudar exigir títulos profesionales, credenciales laborales, entre otras consideraciones. ¿Pero qué sucede con aquello que no está escrito y que forma parte de su inteligencia social como su capacidad para conectarse con la ciudadanía, su historia personal, la forma en como maneja los conflictos de interés de distinta naturaleza (económica, consanguíneo, políticos, laborales, entre otros)  que puede tener un ministro o un candidato a ejercer tal cargo?

Hay quienes plantean que debería ser el pueblo quien elija a los ministros, en la medida que existan los controles institucionales previos adecuados para hacerlo. Quienes se oponen a esta idea señalan que no habría nada peor que tener en el Ejecutivo un espejo de la incapacidad del Legislativo. ¿Usted qué piensa?