IDEAS
Vacaciones de la política
Una de las cosas que provoca sana envidia es la costumbre del hemisferio occidental de tomarse las vacaciones como un asunto serio. Entre los meses de julio y agosto, la población de los países de esta parte del mundo hace un alto al trabajo y se toma el descanso necesario para luego volver a sus ocupaciones con las pilas recargadas. Quizá eso explique los mejores niveles de productividad de su economía.
En países como el Perú, la gente hace lo que puede. No todos pueden salir rumbo a “sus pueblos” porque las carreteras o están colapsadas o no las hay. No tenemos trenes rápidos y los vuelos son un lujo, si es que los hay y no están paralizados por alguna huelga de controladores aéreos o por falta de combustible.
Sea como sea las tres cuartas partes de la población económicamente activa del país que trabaja en el mercado informal y no tiene derecho a vacaciones pagadas ocupa plazas, parques, zoológicos, campos feriales y cuanto espacio público esté disponible para hacer ese alto en los días feriados que están programados a lo largo del año. Sin embargo, la creatividad que tienen los peruanos para encontrar la manera de tomarse un descanso a bajo costo no es suficiente para darse vacaciones de sus políticos.
Una reciente nota de la revista The Economist advierte que la situación del Perú está empeorando. El presidente Castillo claramente es uno de los responsables de esta situación, pero no es el único. La clase política, empresarial, la academia y la propia sociedad civil somos responsables de lo que está ocurriendo.
De alguna manera hemos normalizado que los últimos cinco presidentes que ha tenido el país estén acusados o sancionados por corrupción. Ya no es noticia tener Congresistas que roban cable, pollos, cobran cupos a sus trabajadores, tienen antecedentes por robar en centros comerciales, no pagan manutención a sus hijos y, más recientemente, cometen delitos sexuales en el ejercicio de sus cargos. Tampoco lo es que Ministros de Estado accedan a sus funciones sin tener claro los límites que tienen para la contratación de familiares en sus sectores, el uso de bienes públicos o la puerta giratoria.
Hemos llegado al punto que todos los peruanos queremos tomarnos unas vacaciones de los políticos. Sin embargo, eso no tendrá ningún efecto si como sociedad no hacemos algo para que la alternativa a lo que pasa hoy sea distinta.
Los padres tienen que recuperar su responsabilidad sobre la educación en valores de sus hijos. Esos se aprenden en casa y con el ejemplo. Si los hijos ven a los padres entregar coimas al policía o comprar cola para hacer un trámite ante la administración pública crecerán pensando que el mundo es de los vivos o que eso solo son criolladas.
La escuela y la universidad tienen que promover una educación de calidad donde se forma a los futuros profesionales humanísticamente. No sirve de mucho tener más Masters o PhD en la administración pública si estos no son testimonio de que es posible hacer las cosas correctas y correctamente.
Los empresarios tienen que dejar de construir murallas chinas para eludir el cumplimiento de las normas y seguir generando riqueza sin descapitalizar ni capturar al Estado.
La sociedad civil tiene que alzar la voz para reclamar por las injusticias y luchar por reducir las desigualdades.
Como dice The Economist, si el presidente Castillo resiste lo que queda de su periodo será por inercia y por falta de alternativas, aun cuando todos los peruanos quisiéramos tomarnos unas saludables vacaciones de toda esta clase política.
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