IDEAS
Razones para ser pesimista
Antes de la crisis en España, si alguien de este hemisferio escuchaba a los españoles hablar sobre sus proyectos inmediatos, uno se daba cuenta que era posible vivir sin pensar que podía pasar algo que se trajera abajo sus planes. Todo tenía que ver con sacar una hipoteca, organizar las vacaciones, ampliar el negocio, comprar nuevos muebles o un televisor más grande. Todo hacía presumir que todo iba a estar bien.
La sensación que dejaba escucharlos era que tenían suerte de que todo les fuera bien. Todo ello a diferencia de quienes vivimos en países donde estamos acostumbrados a que las cosas puedan ir mal: perder el trabajo, que la inflación se dispare, que algún miembro de la familia se enferme, que haya un golpe de Estado, que se estaticen los bancos, que se produzca un fenómeno natural que acabe con la cosecha, entre otros. Y es que en el mundo hay millones de personas cuyas historias de vida los ha obligado a acostumbrarse a tomar o no, decisiones en función de lo que puede salir mal antes que en lo que irá bien.
Hoy a la luz de los resultados, valdría la pena repensar si no valdría la pena un poco de pesimismo en nuestra estrategia para enfrentarnos con el mundo moderno.
Julien Noren, profesora de Wellesley College, es la pionera defensora de la teoría del pesimismo como el mejor mecanismo para lidiar y manejar la ansiedad. Para ella, el pesimismo no tiene una influencia negativa en el desempeño, a lo que ayuda es a bajar las expectativas sobre alguna situación que se tiene que enfrentar y a ser más precavidos sobre las consecuencias de los pasos que se van a tomar. Cuando eso ocurre, las personas pueden evitar cometer muchos errores y lograr mejores resultados.
Noren cita ejemplos de la vida real en su libro The Positive Power of Negative Thinking, como cuando señala que las veces que tiene que hablar en público, se imagina todo aquello que puede salir mal en su presentación y trata de reducir el riesgo de que esos acontecimientos ocurran.
Por ejemplo, llevar el USB equivocado o sin haberse percatado que la presentación no está grabada, por lo que siempre se la envía por correo a su email; que se le rompa el taco de los zapatos por lo que trata de no usar unos tacos muy delgados en sus presentaciones; o, que se vaya la luz y se vea obligada a improvisar una presentación sin el apoyo de las filminas preparadas.
Al hacerlo, esto es, imaginarse todo lo que puede salir mal, no solo logra estar menos ansiosa sino sentir que tiene todo bajo control, lo cual significa que no es malo pensar negativamente para lograr efectos positivos.
Noren cuestiona la idea que pensar que algo pueda salir mal sea un problema de personalidad, aun cuando culturalmente la gente piense que son mejores las personas optimistas, aquellas que nos dicen que todo va a estar bien. Por el contrario, para Noren, hacerlo nos ayudaría a manejar nuestra ansiedad.
Además, señala que ser pesimistas para lograr manejar la ansiedad no tiene nada que ver con ser más o menos feliz. Todo depende de lo que funciona para ti.
Para unos el pensamiento positivo es un motor que los impulsa a avanzar, para otros, el pensamiento pesimista defensivo, los ayuda a tomar en cuenta todo lo necesario para que los pasos que se tomen vayan en la dirección correcta y sentirse seguros en ese proceso.
Finalmente, cada uno de nosotros debe decidir cómo prefiere enfrentarse a la vida.
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