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El negocio de la acuicultura marítima
Si le dijeran que el 90% de los mariscos que consumen los estadounidenses es importado de China y que la demanda interna de este último, estaría cerca de impedir que se siga atendiendo este mercado, probablemente, si tiene algo de negociante en el cuerpo, inmediatamente se diría, ¿cuándo empezamos a producir en el Perú?.
El asunto no es tan sencillo, y la prueba de ello es que a pesar de los intentos del gobierno del presidente Barack Obama de promover la acuicultura marítima en aguas federales, después de dos años de emitido el primer permiso para una granja de mejillones (familia de los choros) en California más allá de la milla 8, hasta ahora no se ha implementado y ya se gastó más de USD 1 millón en consultores, abogados, permisos y preparaciones porque el empresario quiere controlar la cantidad de fitoplancton que los crustáceos consumen para asegurar que los desperdicios no afecten el ecosistema.
La principal razón, que detalla en dos estupendas notas Associated Press, sería la tramitología y lo costoso de los permisos federales que requieren un amplio monitoreo ambiental y de recolección de datos. ¿No te suena familiar? Por eso, algunos empresarios se estarían planteando comenzar las granjas en México y exportar a los Estados Unidos. Aparentemente, la tramitología mexicana es igual de rigurosa pero más ágil. Por su parte, las autoridades estadounidenses se defienden señalando que se trata de un sector nuevo donde no existe un marco regulatorio para aguas federales que hay que crear y que este debe mantener estándares ambientales.
La National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) apoya el hecho que la acuicultura marítima en los EE.UU. se incremente en un 50% en 2020, porque ello reduciría la presión de la pesca en los océanos, y permitiría atender la demanda de la población. Para ello, hay que superar retos, muchos de los cuales serían igual de aplicables a la realidad de nuestro país.
Tener cuidado con los riesgos ambientales, básicamente por la contaminación de las bahías debido a la acumulación de heces de peces, y la fuga de especies que pueden amenazar las poblaciones silvestres.
Privilegiar colocación de granjas en aguas profundas y no en la orilla, para diluir la acumulación de heces. Corea del Sur, China y otros países son la mejor evidencia que los problemas que tienen ahora en sus bahías obedecen a que permitieron la instalación de granjas cerca a las orillas.
Simplificar el marco regulatorio para las aguas federales, con un proceso de permisos que tenga requisitos ambientales claros sobre las evaluaciones de referencia, la supervisión y la recopilación de datos.
Liderazgo del Estado para resolver los problemas, dado que empresarios y científicos de alguna manera pueden trabajar juntos y solos, el Estado tiene plantear que es una prioridad desarrollar la acuicultura marítima.
Si se trabaja con cuidado, no hay que descartar que el futuro de la pesca esté en manos de las granjas de peces comerciales como el jurel en alta mar.
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