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La historia del sultán que no pudo llegar a Viena
Un hallazgo contemporáneo nos recuerda la relación histórica entre el mundo islámico y Europa, en especial en su región oriental. Por más de siete siglos existió en el Viejo Mundo un imperio transcontinental que aspiraba a convertirse en califato, es decir, una forma de gobierno islámico que lidere a toda la comunidad musulmana, similar a lo que hizo el profeta Mahoma y a lo que aspira el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL, por sus siglas en inglés). Nos estamos refiriendo al Imperio Otomano, conocido también en occidente simplemente como Turquía.
Entre el siglo XVI y XVII, el Imperio Otomano vivió su época de máximo apogeo, en especial bajo el reinado del sultán Solimán I el Magnífico. En aquel tiempo, el Imperio Otomano dominaba gran parte del sureste europeo, Asia occidental, el Cáucaso, el norte africano y la región conocida como el Cuerno de África. El reinado de Solimán es considerado el más largo en la historia otomana, durando 46 años, en los cuales los turcos extendieron su dominio sobre los Balcanes, el Medio Oriente y el norte de África. Sin embargo, hay algo que no pudo hacer Solimán: llegar a Viena, la capital del entonces Archiducado de Austria, parte del Sacro Imperio Romano Germánico.
En 1566, las tropas del Imperio Otomano atacaron la fortaleza de Szigetvár, al sur del Reino de Hungría, con el fin de proceder hacia Viena. La defensa estaba constituida por las fuerzas de la Monarquía Habsburgo bajo el liderazgo del Ban de Croacia, Nikola Šubić Zrinski, mientras que la fuerza invasora estaba dirigida por el sultán Solimán. El ataque resultó en una victoria para los otomanos, quienes capturaron la fortaleza y la incorporaron en su eyalato de Budin. Sin embargo, esta en realidad fue una victoria pírrica para los turcos: la gran cantidad de bajas obligó a los otomanos a postergar el ataque a Viena y suspender la expansión del imperio en Europa. Por otro lado, la batalla significó la muerte del sultán Solimán, con 71 años. Se cree que la muerte del sultán en el asedio a Szigetvár fue mantenida en secreto por 48 días con el fin de que sus tropas renuncien a la lucha, y que su corazón y órganos internos fueron enterrados en una tumba, mientras que su cuerpo fue llevado a Constantinopla, entonces capital del Imperio Otomano, ahora conocida como Estambul.
El investigador húngaro Norbert Pap, de la Universidad de Pécs, afirma haber encontrado los restos de la tumba de Solimán, en lo que fue el antiguo asentamiento otomano de Turbek, el cual fue destruido en la década de 1680 por la Monarquía Habsburgo. Se cree que la tumba fue construida sobre el lugar donde estuvo instalada la carpa de Solimán, donde el sultán murió. El historiador afirma que se ha encontrado objetos que sugieren el hallazgo de la tumba de Solimán, así como estructuras cercanas que podrían haber sido una mezquita y un monasterio.
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