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Lo que hay detrás de la magia de los precios bajos
Lidl, la cadena de supermercados alemana, nunca deja de sorprender con sus precios bajos, y ya estos forman parte de su insignia empresarial.
Precisamente, la semana pasada, aparecieron anuncios en los diarios de Reino Unido ofreciendo jeans a £ 5.99, lo que equivale a USD 8,62, bastante menos que su competidor local, Tesco.
Durante muchos años, la empresa ha argumentado que la clave de su negocio es su inmenso poder de compra que le permite negociar los mejores precios para sus clientes.
Un reciente artículo de The Guardian, How can Lidl sell jeans for £ 5.99?, afirma que esto no sería tan cierto, y que detrás de la magia de precios bajos de Lidl no estaría Harry Potter, sino unas jóvenes mujeres en Bangladesh a quienes se les paga USD 0,46 por hora.
Y es que la mayoría de las compras de ropa de esta cadena de tiendas minoristas provienen de Bangladesh, y luego se venden con poca inversión en los más de 600 locales que tiene en el Reino Unido.
Lo que nadie sabe es que detrás de esos simpáticos jeans sencillos de 77% de algodón, un botón, un cierre, dos bolsillos traseros y dos delanteros que no llevan remaches, hay cientos de mujeres que trabajan por USD 66,18 al mes, que equivale a la quinta parte de lo que se consideraba un salario digno en Asia en 2013.
Otro asunto es la cantidad de pantalones que producen estas mujeres. De acuerdo al artículo, el promedio de producción es de 20 pantalones por día, aunque recientemente en Túnez se detectó que podrían llegar a 33. Por eso, la clave es que se trate de diseños sencillos. Pero no solo ahorran en mano de obra, sino también en materiales como botones y remaches.
De todas maneras, considerando los costos logísticos que se tienen que cubrir y los márgenes de ganancia de los intermediarios que son los que importan los pantalones desde Bangladesh, Lidl se debe estar quedando con casi USD 2,8 por cada pantalón.
Cuando alguien los cuestiona por el origen de sus precios bajos, ellos afirman que auditan a las fábricas y siempre están tratando de mejorar las condiciones de trabajo de sus proveedores, pero nunca publican los resultados de sus revisiones.
Como termina su artículo The Guardian, detrás de esos precios bajos que tanto entusiasman a los consumidores, no hay magia de nadie, solo explotación.
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