IDEAS
Los empresarios nunca fallan
En más de una ocasión, hemos destacado la importancia de aceptar el fracaso como parte de nuestras vidas y evitar verlo como algo negativo, sino como parte del proceso de aprendizaje. En la reciente nota, “La obsesión con las calificaciones afecta el aprendizaje”, precisamente señalamos la importancia de lograr que los niños no asocien el fracaso con algo negativo, sino, nuevamente, enseñarles que simplemente es parte del proceso, parte del ciclo de la vida.
Sin embargo, no todos coinciden con esta postura.
Jonathan Aberman, es un empresario que opina lo que la gran mayoría de personas que no han sido criados bajo este enfoque creen que fallar o equivocarse apesta, le molesta y no le deja dormir. Eso es lo que dice en su artículo en The Washington Post, “Real entrepreneurs never truly fail”.
Lo que sí plantea es que fallar es parte de la esencia de ser empresario, aunque también lo es transformar la equivocación en una oportunidad para aprender algo, aunque cuando hay personas cuyas familias dependen de que un empresario no se equivoque, hay que tratar -en la medida de lo posible- de evitar el fracaso.
Para Aberman, tanto fracaso y el éxito pueden tener graduaciones. Todo depende de la capacidad de las personalidades de encontrar un camino a seguir y utilizar la derrota para prepararse para lo que viene después. Además, en situaciones de fracaso es donde se refleja mejor el carácter de un individuo, para manejar mejor los entornos complicados.
La explicación por la que los empresarios suelen contar más historias de éxito que de fracasos es porque tratan de asumir los errores como parte del proceso de aprendizaje. De alguna manera, por eso, no exhiben sus fracasos en los negocios, sino lo que ellos pudieron aprender de los errores que cometieron.
Es probable que haya quienes estén o no de acuerdo con la postura de Aberman, pero nadie puede negar que el carácter de un empresario se refleja mejor en los contextos complicados, donde tiene que enfrentarse a escenarios en los cuales la empresa puede llegar a perder, y el empresario a sentir que ha capitalizado la experiencia.
A esa percepción es la que ha llegado, Aberman, cuando sugiere que los negocios pueden fallar, pero los emprendedores nunca lo hacen.
En otras palabras, si bien no se idealiza al fracaso porque este puede afectar a muchas personas, lo que sí se rescata es que los emprendedores no deben sentirse fracasados.
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