IDEAS
Los hábitos de consumo y la conservación de los sistemas de alcantarillado
Más de uno debe haber visto alguna película de cine o televisión donde los fugitivos tratan de huir por alcantarillas tan altas que pueden correr por ellas completamente erguidos mientras pasan por una serie de bocatomas en distintos puntos de la ciudad, en cuya ruta no faltan los roedores.
Esto no ocurre en países como los nuestros que no cuentan con alcantarillas como se construían en la antigüedad en los Estados Unidos o Europa. Lo que pocos saben es que estas son tan reales y antiguas como las ciudades que hoy las cobijan y, lo mejor, es que funcionan mejor que cualquier sistema moderno de alcantarillado.
Lo que también sucede es que pocos saben lo que ocurre ahí abajo, porque no resulta nada atractivo hacerse un pasero por ellas. Por eso, resulta interesante un reciente artículo del Financial Times denominado “I keep London’s sewers free from fatbergs”, en el cual el conocido medio de comunicación entrevista a uno de los encargados de limpiar y mantener el alcantarillado londinense.
En Londres no se permite que nadie ingrese a la alcantarillas, eso solo ocurre en las películas y los únicos que tienen autorización para entrar en ellas son las personas que las limpian. Contrario a lo que muchos podrían pensar, los primeros comentarios del responsable no fueron para quejarse de su trabajo, o de los olores, sino de lo fascinante que es el complejo.
Resulta que las alcantarillas han existido desde el siglo de XIX. Lo sorprendente de esto, es que, habiendo pasado tanto tiempo y con casi 9 millones de habitantes, el sistema sigue funcionando a la perfección, por lo que se requiere solo limpiar en ciertas partes, gracias a un diseño que se basa en aprovechar las lluvias que las hacen funcionar de forma automática.
Lo que sí se señala es que el mayor problema lo tienen con la grasa. Para quienes trabajan en las alcantarillas, esta es la única parte repugnante del trabajo, según detalla el artículo sobre el que se basa esta nota. La grasa se acumula y se coagula, atorando la alcantarilla, lo cual los obliga a maniobrar para liberar los ductos.
Los expertos señalan que esto tiene que ver con el incremento del consumo de comida chatarra que está atorando las alcantarillas a niveles que hacia futuro se podrá preguntar por lo que la gente come para saber cómo están sus desagües.
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